VID, VINOS, QUESO Y CECINAS EN SAN BERNARDO DE LA FRONTERA

7:00 a. m.


Con persistencia digna de mejor causa se sigue afirmando que fueron los jesuitas quienes introdujeron el cultivo de la vid y la elaboración de vinos en Tarija; asimismo sostienen que inicialmente la vid fue cultivada en Entre Ríos, San Luís, San Lorenzo, Sella, La Concepción y San Bernardo de la Frontera, además, que durante mucho tiempo la producción era sólo para uso ritual y ceremonial en iglesias y conventos y para consumo familiar sólo en la villa. Don Luís de Fuentes y Vargas, fundador en 1574 de San Bernardo de la Frontera de Tarija, dejó como heredero universal(único) a Juan Porcel de Padilla, quien de la cuantiosa fortuna que recibió se contaba una finca con plantas de vid de la que el justicia mayor hace referencia en su testamento en los términos siguientes: “Declaro por mis bienes…  ….Una viña en la otra banda del Río Guadalquivir que pasa por junto a la villa de Tarija que tendrá veinte mil (plantas) puestas poco mas o menos…”.  Además de esta viña de Fuentes tenía otra, desarrollada sobre tierra ajena y que él justifica en los términos que siguen: “Declaro que una viña que yo tengo en el valle de Tarija fue hecha y plantada en tierras de Juan Vico mulato ya difunto; y fue de su consentimiento por que yo quedé a dar otro pedazo de tierra del que yo tomé para la dicha viña; y así se lo he dado y señalado junto a la dicha viña y frontero al pueblo de Tarija; y de presente se lo doy y señalo para que sea de sus herederos para siempre jamás y quede por suyo y así lo declaro”. Luis de Fuentes era muy creyente y ante el temor de un castigo divino que sobrevendría por haber tomado tierras ajenas y no haberlas restituido a su legítimo dueño, enmendó conducta retribuyendo a los herederos del “mulato Vico” con una chácara de igual dimensión a la por él tomada.

Antes de 1598, existía en Tarija una significativa producción de uva, resulta obvio que veinte mil plantas de vid no fueron cultivadas para consumo familiar, sino como lo demostraremos luego para la producción de vino el cual era comercializado y consumido, en parte, en la propia villa y, el sobrante, cubría la creciente demanda de los habitantes del Potosí de entonces, demanda que no era poca cosa pues el consumo anual alcanzaba a cien mil botijas de vino; si se considera que una botija era equivalente a dos arrobas y cada arroba igual a once botellas, encontraremos que en Potosí se consumían anualmente un millón cien mil botellas de vino, cuyo costo por botija, en Potosí, era de diez pesos ensayados ascendiendo el total a un millón de pesos ensayados; sin embargo tanto la equivalencia en botellas como en pesos puede ofrecer diferencias debido a que existían también botijas de tres arrobas y vinos finos contrabandeados de Europa cuyo costo estaba muy por encima de los de origen local y de otras regiones del nuevo mundo. 

Hacia 1598, en Tarija, “había muchas heredades y viñas” por lo cual queda claro que no solamente eran productores y comercializadores de vid y vinos Luís de Fuentes y Vicente Morón sino también otras familias y las órdenes religiosas de dominicos y agustinos; Diego García de Paredes, testigo de Luís de Fuentes declaró: “…la Villa de San Bernardo de la Frontera de Tarija, como está poblada de muchos vecinos españoles….iglesia mayor, dos monasterios, con muchas heredades de pan e viñas y estancias de ganado de donde viene mucho sustento….frailes dominicos y agustinos que se sustentan en abundancia de las limosnas…y rentas de haciendas y molinos, estancias de ganados, viñas y tierras de pan llevar…”   

Los jesuitas se establecieron en Tarija en el año 1691 y como está visto no sólo Luís de Fuentes sino también dominicos y agustinos ya cultivaban vid antes de 1598, entonces resulta evidente que, al menos en Tarija, no fueron los jesuitas quienes introdujeron la vid; que usaron vino para fines litúrgicos y consumo personal no se discute pero un siglo después.

El cultivo de la vid no se inició en San Luís, San Lorenzo, Sella y Concepción. Los primeros cultivos estuvieron en la banda del Guadalquivir, al parecer en terrenos comprendidos entre lo que ahora se conoce como Aranjuez y Miraflores hasta donde se encuentra el Colegio La Salle. También existen aseveraciones respecto a que la vid fue cultivada y el vino elaborado en los Cinti  antes que en Tarija; en un documento de los años 1600 textualmente se dice: “Al haber fundado el dicho Luís de Fuentes el dicho pueblo de San Bernardo de Tarija, se ha poblado los pueblos de Pilaya, Paspaya y Cinti…las cuales poblaciones se hicieron al amparo y defensa que tienen de la dicha Villa de San Bernardo de Tarija, que fue la primera que se pobló”(fundó). El hecho de que Cinti se encuentre más cerca de Potosí que Tarija, no significa que poblados y villas se hayan fundado o poblado, en el tiempo, con arreglo a menor o mayor distancia respecto al cerro de plata y  que por ello la producción de vid y vinos cronológicamente tenga semejante lógica.

Otro dato que corrobora que fue en Tarija donde se introdujo la vid antes que en Cinti, es el siguiente: López de Quiroga, compró tierras en Cinti y trasladó allí a 84 esclavos negros para diversas faenas; este español avecindado en Potosí hizo fortuna vendiendo a los propietarios de los ingenios de la Villa Imperial, azogue o Mercurio de las minas de Huancavelica, Villa Oropeza- Perú. A comienzos del 1600 López de Quiroga empezó a organizar chácara (finca) para el cultivo de vid en Cinti, al parecer nombre inicial del actual Cinti, por esos años recién se inició la vitivinicultura en esa región y López de Quiroga fue su propulsor. Este acontecimiento que convirtió a Cinti en productor y proveedor de vid y vinos a Potosí en condiciones ventajosas de precio, ahora sí, por su ubicación al centro demandante, mucho más cerca a Potosí que la Villa de San Bernardo  terminaría enterrando las pretensiones vitivinícolas de los españoles de Tarija durante un muy largo periodo de tiempo.

Don Luís de Fuentes, pese a haber sido la primera autoridad de la villa, no tenía el privilegio de monopolio en la producción y comercialización de tan codiciado producto; otros vecinos de San Bernardo hacían lo propio, es el caso de la familia Morón, la que tomó a fiado cecinas de Joan Picón y de su esposa Francisca Hernández de Picón la que dejó escrito en su testamento fechado en 1623, lo siguiente: “Declaro que me debe Joan Vicente Morón ochenta pesos corrientes de unos tozinos que le vendí que se obligó a pagarlos en diez botijas de vino, a razón de ocho pesos cada botixa”. Por este parágrafo conocemos que una botija de vino en San Bernardo costaba ocho pesos corrientes de ocho reales, cada real de 34 maravedis, en consecuencia cada peso era de 272 maravedis; en cambio en Potosí se cotizaba en pesos ensayados, cada peso de 450 maravedis. En resumen un peso ensayado se cotizaba en 1,56 pesos corrientes. Los pagos se efectuaban en pesos corrientes ya que el peso ensayado era imaginario y servía sólo como unidad de cuenta. Arduz Eguía también señala que un peso corriente de comienzos del 1.600 equivaldría actualmente a diez dólares americanos por lo cual una botija de precio 8 pesos corrientes equivaldrían a 80 dólares americanos y, por tanto una botella de vino habría tenido un precio de 3,63 dólares americanos y en moneda boliviana actual 25 bolivianos. Entonces, hacia arriba de la línea divisoria social se consumía vino y hacia abajo chicha.

Además de tocino, en la Villa de San Bernardo se elaboraban otras “carnes frías” englobadas en la denominación genérica de cecinas entre las que seguramente se encontraban, el enrollado, queso de chancho, tocino, jamón, butifarra, chorizos y morcillas. En Tarija el jamón crudo y el cocido han sido recuperados como tradición culinaria no hace muchos años. La crianza de chanchos en los términos de la villa se inició tempranamente, don Luís de Fuentes escribió en su testamento en 1598 ser dueño de cuatro mil ovejas, dos mil cabezas de ganado vacuno y 400 cabezas de puercos, si a esto le adicionamos los puercos que criaban todos los demás chacareros españoles encontraremos toda la materia prima cárnica a la que le agregaban valor y producian las cecinas tan apetecidas y demandadas en Potosí. 

Que las cecinas se comercializaban en la urbe del Sumac Orcko quedó testimoniado en una petición fechada a fines del siglo XVI que dice lo siguiente en parte del documento: “……Pedro Tiutiu natural de los indios tomatas paresco ante Vuestra Majestad pidiendo justicia por mis indios que han ocupado y servido en don García Enrriquez de Guzmán …….a Alonso Tiaguanaco debe de siete semanas de ir con sus tocinos a Potosí y volver…”  Tiaguanaco regresaba de Potosí a San Bernardo mas cargado de lo que iba, Potosí además de plata atesoraba mercancías que llegaban desde todos los confines del planeta, desde vidrios, sedas, hasta  esmeraldas y diamantes, así que este desgraciado semiesclavo debía recorrer más de 700 kilómetros, vender los tocinos, realizar compras y regresar nuevamente cargado hasta la coronilla en apenas 49 días tramontando cordilleras con nieve, ríos, interminables pampas cruzadas con vientos helados, mal dormidos y peor alimentados. De las muchas conclusiones que derivan de lo expuesto, una en particular es de gran interés: el trayecto de Potosí-Tarija, o a la inversa era posible en 20 días, algo menos o algo mas, pero sin duda no cuatro meses como alguien supone que tardó Luís de Fuentes para venir al valle a fundar San Bernardo de la Frontera. 

En los últimos años de los 1500 y en las primeras décadas del 1600 se comercializaban en la villa tocinos de receta española y “vinos de altura”. Eran tiempos en los cuales un vecino carente de “disponibilidad monetaria” solía ser sujeto de crédito a solo palabra o, de lo contrario, salía a relucir el trueque y el “me confía”, término éste que aun hoy en día se sigue utilizando en el campo cuando una persona quiere que otra le fié algún producto.

El comercio Tarija-Potosí tenía, hacia 1598, una notoria vitalidad, sin el aprovisionamiento proveniente de San Bernardo la urbe de Potosí hubiese atravesado insospechadas dificultades. En una relación de servicios de Luís de Fuentes de 1598,el testigo Juan Fernández declaraba bajo juramento, refiriéndose a Tarija y Potosí: “….Es uno de los pueblos que hay en toda esta provincia de sitio, temple e fertilidad…y tienen hechas muchas heredades y viñas (y) estancias de ganado de  todas suertes; y ha visto que han sacado y sacan a esta dicha ciudad y villa de Potosí, vinos, tocinos, quesos y ganado y comida….especialmente en los años estériles, que si no fuera por la dicha saca….del dicho valle, padecerían gran necesidad”. Si lo citado aun no fuera prueba contundente de que fue en Tarija donde se inició la producción de vid y vinos, resta por señalar que en los libros contables del Potosí minero de los siglos XVI y XVII Tarija aparece junto a Moquegua, Turuchipa y Arequipa, entre otros, como proveedores de vino a Potosí.

Hacia1598, en Tarija, como está dicho “había muchas heredades y viñas” por lo cual queda claro que no solamente eran productores y comercializadores de vid y vinos Luís de Fuentes y Vicente Morón sino también otras familias, mas dominicos y agustinos como está ya dicho. A finales de los años 1500(siglo XVI)  y a comienzos de los 1600 era común en San Bernardo el consumo de vino, incluso en los velorios; en una parte del testamento de doña Francisca Hernández de Picón se lee: “Mando que el día de mi entierro si fuera ahora, y no lo siendo, el siguiente, se diga por mi alma en el convento una misa cantada de cuerpo presente con su vigilia ofrendada de pan y vino…al parecer de mis albaceas” Es decir se convidaba pan y vino a todos los presentes en el velorio en cantidades según el buen parecer del albacea de tal modo que en ocasiones, seguramente, muchos terminaban es estado inconveniente.

Como corolario se podría decir que no todo lo que hicieron los conquistadores fue reprochable también dejaron cosas aceptables e interesantes como, claro está, la introducción de cepas de vid y la elaboración de vinos y cesinas. Quizá por esto podría la gente del rubro pensar en rendirles homenaje a los pioneros de la vitivinicultura en Tarija, alguna bodega por ejemplo podría denominar a una línea de vino  Luís de Fuentes y, a otra, Vicente Morón. Seguramente ambos, en su última morada, esbozarán una sonrisa.

Victor Fernando Soto Quiroga

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