TOKWA’J HÉROE CULTURAL MATACO
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Pocas personalidades míticas deben ser
tan complejas como Tokwa’j. No sólo es el intermediario entre los dioses y el
hombre, es también el innovador de variadísimas técnicas, como es el causante
de que los Mataco hayan perdido parte de las bondades de un estado Edénico. Se
presenta algunas veces con una inteligencia picaresca inigualada y otras como
un tonto empedernido.
Este personaje, presente en la mayoría de
las narraciones míticas, fue objeto de concienzudos estudios desde Metraux en
1939 hasta Mashnshnek en 1973, pasando por Palavecino en 1940, Fock en 1967 y
Califano en 1970.
Según la tradición oral el Creador del Universo les prometió a los hombres
wickyi, antes de su partida definitiva, que no los abandonaría jamás, y
cumpliendo esa promesa ordenó al señor de Todos los Demonios (Ajatáj) que
creara Tokwa’j como un nexo de unión entre los hombres y los dioses.
¿Es Tokwa’j una deidad, un demonio, un transformador, un trickster o un héroe
cultural?
Tokwa’j no ha sido considerado jamás una deidad, Ahatáj, dios de los demonios,
siendo su creador, lo modeló de barro (1). “Ajatáj se cambió para donde está el
naciente del sol. Ajatáj llegó hasta allá, hizo a Tokwa’j como si fuera un
muñeco de barro, entonces lo sopló y tomó la forma de hombre”.(2). Su calidad
humana prima sobre cualquier otra. A Tokwa"j no se le rinde pleitesía, no
tiene culto y por el contrario, sus características humanas, satirizadas, lo
convierten en la mayoría de las narraciones, en el hazme-reír de los Mataco.
Si Tokwa’j fue creado por el dios de los demonios, la lógica aconsejaría
clasificarlo dentro de la categoría demoníaca. Aunque es en sí un demonio y
como tal un Aját, no es un espíritu maléfico como todos los otros demonios de
la cultura Mataco y “no presenta el aspecto terrible y extraño de los otros
Aját. Tokwa’j es un Aját familiar, casi humano, pícaro, loco y siempre al lado
de la toldería… está siempre al lado de los wickyi… El tiempo originario y el
tiempo presente se conectan a través de él” (3). Las diferencias de Tokwa’j con
los otros Aját son fundamentales, no es maligno por naturaleza y nunca está al
acecho de los hombres, está con ellos y existe para ellos.
Tokwa’j como Artero (Trickster) se burla de los animales, de los dioses lares y
permanentemente también de los hombres. Adquiere muchas veces la figura de un
personaje que por su estolidez, es motivo de mofa, adquiriendo así aspectos tragicómicos.
Se burla de los animales como nos lo relató con la alegría propia de un niño y
la picardía de un anciano uno de nuestros informantes, don Mariano Segovia que
en Mataco se llama Nowajé. “Tokwa’j resuelve engañar al tigre y para ello se
presenta ante él comiendo un sabroso pedazo de carne. Cuando el tigre le
pregunta de dónde lo había obtenido, le responde que era su propio corazón que
lo extrajo metiendo la mano por el ano. El tigre engañado por Tokwa’j le ruega
que haga lo mismo. Tokwa’j, ni corto ni perezoso, efectúa la operación y mata
al tigre”.
En otra oportunidad necesitando alimentarse engaña a los pájaros “indicándoles
que si quieren parecerse a él deben sambullirze en una laguna. Cuando lo hacen
Tokwa’j los espera dentro, los despluma y se los come”.
Es sin duda un trikster, pero no sólo eso, sino también un transformador que
introduce métodos, enseña técnicas, interviene en cambios substanciales de la
vida de los Mataco. A él se deben muchas dificultades, pero también es el autor
de los mejores modos de enfrentarse a una nueva realidad de vida, distinta del
modo originario.
Para Aurora Gallego “Todo pueblo primitivo posee un actor protagonista dentro
de su mitología, conocido entre los etnólogos como el transformador (debido a
que este personaje suele transformar al mundo, dándole su actual conformación),
Héroe cultural o también Artero…, el transformador (es) quién establece el
orden actual de las cosas, es accidental, esporádicamente benéfico e interviene
activamente en los problemas del hombre y del mundo. Entre los Mataco, este
transformador está representado, por un personaje picaresco y atrevido llamado
Tokwa’j” (4).
Es cierto que es a la vez un Aját y un trickster, pero es por sobre todo, sin
duda, un héroe cultural cuya concepción encierra todas las anteriores y también
la de legislador, civilizador y tesmóforo que “introduce métodos, técnicas y
otorga cosas” (5).
Dos características esenciales posee Tokwa’j: la de poder sufrir cambios en su
ser (metamorfosis) y de tener naturaleza ambivalente.
La primera que es inherente a su esencia, le permite enfrentarse con éxito a
las más inverosímiles circunstancias, tiene dos formas principales a las que
recurre y que específicamente le fueron atribuidas: la de humano, con figura de
hombre y la de animal con figura de perro. Originalmente Tokwa’j fue creado con
figura de hombre, partiendo del barro, sin embargo, Ajatáj, modeló
inmediatamente una figura de perro, y señaló a Tokwa’j “que ésta será la otra
figura que podrá adoptar durante sus andanzas. Sin embargo, por su naturaleza
de Aját en circunstancias de peligro podrá cambiarse en cualquier otra forma.
Pero las figuras propias serán siempre las de hinnó (hombre) y sino’j
(perro).(6)
En todos los relatos la actitud característica de Tokwa’j es la de: “intentar
asemejarse a otros seres o imitar sus acciones, lo que le conduce siempre a
situaciones nefastas para su figura. Así por ejemplo, al encontrarse con
Flej’oj, un pajarito que poseía un hermoso plumaje blanco, le solicitó el
método para obtener su color, tan apreciado, pero el héroe fue hábilmente
engañado por Flej’oj quién le hizo creer que era necesario para ello exponerse
al fuego, hecho que le produjo una gran quemadura”(7).
En los relatos míticos de los Mataco hay innumerables narraciones sobre la
metamorfosis de Tokwa’j, como aquella en la que se transforma en pájaro para
engañar al tigre, tiene también la posibilidad de poder sustituir partes de su
cuerpo o de unirlas cuando se desprenden y de regenerarlas si es necesario.
En el primer caso, por ejemplo, cuando sufre la amputación de sus órganos
sexuales en un intento de copulación con las mujeres originarias, que tenían
dientes en sus vulvas.
Don Mariano Segovia, nos relató también en detalle esta aventura de Tokwa’j.
Según él, el loro (elé) encargado de cuidar el asado de los hombres
originarios, mientras ellos se iban a cazar o recolectar miel, (mielear) fue el
primero en darse cuenta que la carne asada, era sustraída por las mujeres que
descendían del cielo a través de una cuerda hecha de chaguar. Estas bellas
mujeres devoraban la carne por las entrepiernas, hecho que permitió al loro
suponer que ellas tenían dientes en sus vaginas. Cuando fueron atrapadas por
los hombres éstos se pusieron de acuerdo, jugándole una mala pasada a Tokwa’j,
para que él sea el primero que tenga relaciones sexuales con una de ellas.
Tokwa’j se deja encañar y como fruto de este engaño sufre la amputación de sus
genitales. Sin embargo, Tokwa’j los sustituye de inmediato confeccionándolos de
piedra y así, alegre y en parte vengándose de los hombres, copula con todas las
mujeres, hecho que permanentemente repite, con cada una de ellas, no ya para
desgranar los dientes de la vagina de las mujeres sino para enseñar a los
hombres las técnicas de relación sexual.
En el segundo caso cuando se hace amputar una pierna, —según nuestro
informante— más abajo de la rodilla, para imitar al gavilán que se asienta
sobre una de ellas y ante su fracaso la vuelve a unir a su cuerpo, en forma no
del todo permanente, este hecho se desprende de las narraciones de Nowajé que
en diversas oportunidades se refirió a la incomodidad que significaba para
Tokwa’j el volver a unir su pierna.
Una otra característica importante, es la relativa a su naturaleza ambivalente.
Apegada al orden y contrario al mismo, bondadoso y cruel, poderoso como un dios
y desvalido como un niño, “amoral y religioso, tonto y sabio, hombre y mujer,
gordo y flaco” (8), son algunas de sus formas de actuar y de ser.
Todas las acciones de Tokwa’j pueden ser catalogadas en dos categorías: buenas
y malas. Como personaje central de los mitos Mataco participa en innumerables
acciones que tienen una de esas características.
Sería imposible comprender el valor y la presencia de Tokwa’j en la cultura
Mataco, sino explicamos el texto de algunos de estos mitos, relatados por los
propios aborígenes y recogido por diversos investigadores.
Los mitos empiezan desde el momento mismo que Tokwa’j intercede ante Dios,
hablándole directamente para que haga la tierra ya que había oído que todo fue
hecho por El, porque al principio el universo era un mar de agua.
Antes de perder su estado edénico, los wickyi comían los alimentos crudos, fue
Tokwa’j el que les enseñó la técnica de cocerlos, pero para ello, tuvo que
ingeniárselas para obtener el fuego. La obtención del fuego que en la mayoría
de los relatos míticos es obra de este héroe cultural Mataco, aunque no en la
forma, ya que, según algunos, lo obtuvo robándoselo del dios dueño del fuego,
habiendo logrado introducirlo en la rama del duraznillo y finalmente lo
distribuyó entre los hombres; según otros, para su obtención utilizó la técnica
de rotación. En ningún relato aparece el pedernal como fuente del fuego.
Tokwa’j es también el autor de la formación de los ríos gracias a la liberación
de las aguas. Según los relatos las aguas y todo lo que contienen estaban
almacenadas en un gran árbol de Yuchán (palo borracho). El dueño de esas aguas
y de los peces, Chila’j, prohibió expresamente flechar al pez Dorado- La
transgresión cometida por Tokwa’j, hizo que se rajara el Yuchán, habiendo
originado este hecho la formación de los ríos Bermejo (Tewkitáj) y Pilcomayo
(Te- wok) .
Aparentemente habría una contradicción en los relatos referidos a la formación
de la tierra, como una isla dentro de un inmenso volumen de agua y los relatos
referidos a la formación de los ríos, en un hábitat árido y seco, sin embargo,
tal contradicción no existe ya que ellos creen que la tierra está constituida
por un gran volumen sólido.
Los Mataco creen firmemente que Tokwa’j, en una acción benéfica enseñó las
prácticas terapéuticas a los chamanes. Tokwa’j, "el tío grande” para los
Mataco, empezó por elegir a un joven a quien le enseñó todo lo concerniente a
las funciones de chamán, posteriormente, lo transformó en un Aját Welán,
encargado de preparar e iniciar a nuevos chamanes.
Con el objeto de que los hombres puedan copular, y en el futuro tener
descendientes, les otorgó el o’lé extraído del lomo del sapo. De esta forma
Tokwa’j enseñó a los hombres a perpetuar su especie.
Tokwa’j es omnipresente en la vida cotidiana de los Mataco, a él se debe que
los hombres hayan aprendido variadísimas técnicas, gracias a él los wickyi
aprendieron cómo cazar los diferentes animales, a distinguir entre cuáles cazar
y cuáles no, cómo pelarlos, desplumarlos e incluso prepararlos; sin sus
enseñanzas los hombres no supieran cómo con¬feccionar las redes para pescar,
sean éstas de tijeras o de bolsa, cómo fabricar el arco y la flecha, y cómo
utilizar el perro y la soga en labores de caza, y, no sólo eso, sino también,
enseñó a los perros a olfatear a las presas. La apetecida miel hubiera sido
imposible encontrarla si Tokwa’j no les hubiera enseñado cómo hacerlo. La
recolección de los frutos, las reglas de su distribución y el compartirlos
entre todos, es también obra de Tokwa’j, como son las de enseñar a las mujeres
cómo recolectar el chaguar (bromilácea) a meterlo al agua sobre el fuego, a
rasparlo hasta obtener fibras del grosor del hilo, a darle color utilizando
tinturas, a tejer con esas fibras bolsas llamadas llicas para transportar los
efectos personales.
En el resumido recuento de estas obras benéficas, que enseñó, podemos anotar
aquella referida a la forma de combatir las tempestades sacudiendo los
porongos.
Es el autor de algunas interdicciones, como la de prohibir a las mujeres salir
fuera de sus chozas cuando el Arco Iris es visible, o acercarse al río cuando
tienen su regla, para evitar que los peces desaparezcan. El enseñó a enterrar a
los muertos bajo tierra.
Pero también es el autor de una serie de otras acciones dañinas. A tiempo de
enseñar cómo hacer la aloja (chicha) fermentando frutos, como el algarrobo, les
enseñó a emborracharse y también a pelear, ya que “la borrachera sin pelea no
sirve”. Introdujo asimismo el adulterio, “Ustedes quieren tener muchos hijos
no? Pero, si ustedes quieren así hay que buscarse otra mujer. Teniendo dos,
cuando preñan una, también preñan la otra y así va a haber mucha gente”.(9). De
esta forma es también el autor de la rivalidad masculina.
Practica y enseña el robo, el asesinato, la poligamia, la guerra y es el
artífice de las uniones inestables.
Pero por sobre todo, es el eterno burlador burlado de los relatos de los
Mataco. Es según Fock, la primera figura humorística de la tradición oral de
los Mataco, en la que el chiste generalmente ocupa un lugar importante gracias
a las exageraciones grotescas cometidas por este personaje.
Otras características se pueden incorporar a las ya señaladas como atributos de
Tokwa’j, la potestad de crear algunos pájaros y animales pequeños, (sin embargo
la mayoría de los relatos hacen hincapié en la existencia anterior o
coexistencia de muchos de ellos con Tokwa’j, tal el caso del loro (elé) que
juntamente con el gavilán cuidaron de la carne de los wickyi para que no se la coman
las mujeres, en los tiempos originarios); la de la transformación de sus
órganos, después de muerto, en algunos animales pequeños (las abejas que
producen miel) y la de cambiar los colores originales de todas las aves (ello
ocurre cuando el pájaro carpintero orada el estómago de Tokwa’j, después de
muerto).
Tokwa’j en varias narraciones muere, sin embargo, la mentalidad mataca se las
ingeniará para que siga viviendo después de cada muerte.
Los Mataco tienen plena conciencia de que Tokwa’j es un experimentador perenne,
que como bien lo anota Niels Fock, crea los problemas pero a la vez encuentra
las soluciones. Todos los recursos son alcanzables para él, nada le está
vedado, todo lo hace para ayudar a los hombres y, su existencia es un constante
urdir de tretas para encontrar solución a los problemas que él se crea, pero
también para divertirse en forma alegre y picaresca.
“La compleja personalidad de Tokwa’j palpita hoy con resonancia increíble en el
alma de los aborígenes Mataco, con la posibilidad de despertar en ellos, los
más encontrados sentimientos. Para las madres es el terror ya que se alimenta
de niños. Solaza y divierte a los mayores con desórdenes sexuales de pícaro
incorregible. Para las jovencitas es el sátiro insaciable, para las mujeres el
burlador de maridos, para los hombres fecundo en ardides, para todos, el ser
benéfico que provee al pueblo Mataco de los elementos primordiales para la vida
de la raza”(10).
Tokwa’j como ningún otro personaje cumple a cabalidad la función de héroe
cultural de su raza y es en síntesis la expresión de la cultura Mataco.
Tokwa’j no es el único héroe cultural o como lo llamaría Shaden héroe mítico de
los Mataco, Tapiatsol y Ka’o’ó completan la trilogía. Aunque en rigor de verdad
los dos últimos no son propiamente héroes culturales ya que tienen una sola
característica de éstos: Tapiatsol es solamente un tesmóforo y Ka’o’ó sólo un
héroe. Por otra parte ninguno de los dos y con mucho, alcanzan la dimensión
mítica de Tokwa’j.
El primero, enseña algunas técnicas a los hombres originarios como la de
construir viviendas, recolectar frutos, sembrar con flechas y contraer
matrimonios monogámicos. Esas enseñanzas necesarias y correspondientes a un
estado Edénico, fueron alteradas y modificadas por Tokwa’j.
El segundo, siempre luchará con las figuras malignas que atontan contra los
wickyi, como con la tortuga que asesina a los hombres o la lampalagua
(Constrictor Occidentalis) que se introduce en el vientre de la mujer o, que
aprovecha el sueño causado en el hombre por la ingestión de una miel especial,
para matarlo mientras duerme.
Tapiatsol, como Tokwa’j y Ka’o’ó en el escenario mítico asumen características
humanas, sin embargo, aparecen representados con diferentes formas,
generalmente animales; a Tapiatsol se lo describe “como un pájaro pequeño, de
pico corto, con plumaje manchado y pecho blanco”.(11) Ka’o’ó es descrito como
la pava del monte y Tokwa’j se transforma en varias figuras animales, ya que
originalmente tiene figura humana, sin embargo en muchos relatos nativos
coincidentemente aparece como perro grande y famélico.
1.- Las características de su creación
parecen haber sido incorporadas recientemente en la mitología mataco y son sin
duda producto del sincretismo con la religión cristiana.
2.- Miguel de los Ríos. Vida y Muerte en
el Cosmos Mataco, en los Grupos Aborígenes. Pág. 52.
3.- Mario Califano. El Ciclo Tokwa’j.
Scripta Etimológica. Pág. 108-181. Nótese la reiterada expresión de “estar a
lado” que significa “estar con” o ser parte de ellos.
4.- Aurora Gallego en la introducción a
Vida y Mitos del Mundo Mataco de Uben G. Arancibia. Pág. 5
5.- Celia O. Manshnhek - Seres Potentes y
Héroes Míticos - Scripta Ethnológica I - Pág. 130.
6.- Mario Califano. El Ciclo Tokwa’j. En
Scripta Ethnológica. Pág. 173.
7.- Narración Mítica recogida por
Palavecino y consignada por Ce’ia Manshnhek - Op. cit. 110.
8.- Niels Fock. Historia e Investigación
de la Cultura Popular Mataco. Pág. 30.
9.- Alejandra Siffredi. Mito y
Cosmovisión de los Mataco del Chaco Argentino. Scripta Ethnológica. Pág. 183.
10.- Uben Gerardo Arancibia. Vida y Mitos del Mundo Mataco.
Pág. 82.
11.- Celia O. Mashnhnek, sostiene que esa descripción
corresponde a la golondrina de Brasil. Op. cit. Pág. 109.
Dr. Edgar Ortiz Lema
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