Rodolfo Leandro Plaza Navamuel 1
La tierra esgrimía contra el invasor las cuchillas de sus montañas, las
boleadoras de sus tormentos, el pial de sus enmarañadas selvas, conjuntamente
con el criollaje bravío, agitado por el patriotismo, hasta convertirse en
notable cordillera humana, bajo la inspiración y el comando de Martín Güemes,
capitán por derecho natural, con despacho de general expedido por Dios y una
limpia y honrosa foja de servicios, de tal magnitud y trascendencia que, con la
firma de la Patria, merece llevar la rúbrica de la humanidad civilizada.
Joaquín Castellanos, 17-VI-1921.
La sangre chapaca en la defensa de la libertad e Independencia
En
1807, por Real Cédula del 17 de febrero de ese año, Tarija que había
pertenecido a la provincia de los Chichas y dependía del Virreinato del Perú,
pasó a depender de la Intendencia de Salta en el orden político, y del Obispado
de Salta en el espiritual. Es importante tener presente que Tarija se adhirió
desde el principio a la Revolución de Mayo. En efecto, el 13 de julio de 1811,
José Antonio de Larrea redactó la célebre Proclama de la Junta Subalterna,
llamando a los tarijeños a regar con su sangre esos desérticos terruños,
“habían intervenido en la defensa de Santiago de Cotagaita y en la Batalla de
Suipacha, a cuya victoria contribuyeron con la sangre de sus chapacos y vecinos
que se unieron al primer Ejército Auxiliar del Norte”2.
Oportuno
es, por su significativo tenor, incluir la citada Proclama, que dice:
Gral. Manuel Belgrano
“Proclama
de la Junta Subalterna de Tarija a los moradores, y milicianos de ella, y sus
partidos. Valerosos tarijeños: Desde los primeros momentos, en que supisteis
que la inmortal Buenos Ayres trataba de salvar la patria de la esclavitud y
tiranía, en que ha gemido por tres siglos, manifestasteis vuestra adhesión a
este gran sistema, y quando algunos de los pueblos circunvecinos se disponían a
sofocarlo en sus nacimientos, vosotros le disteis lecciones de patriotismo,
jurando derramar vuestra sangre para sostenerlo. Así lo cumplisteis. La patria
os llamó a Santiago en su defensa, y volasteis a socorrerla. Allí peleasteis
contra unas tropas veteranas, aguerridas, y superiores en número; y a pesar de
estas ventajas, que debían asegurarles la victoria, las obligasteis a
encerrarse en sus trincheras. En Suipacha os cubristeis de gloria, ganando una
victoria, que dio una nueva fuerza y energía a nuestro sistema. El bambalea
ahora por unos sucesos poco favorables de la guerra, pero no de la consecuencia
que se han figurado. En estas críticas circunstancias os vuelve a llamar la
patria, informada de vuestro valor, que ha resonado en los ángulos más remotos
de este continente; ¿os ensordeceréis a sus clamores? ¿Permitiréis que ella
sucumba, y que vuelva a arrastrar nuestras cadenas, que la tiranía sabrá hacer
más pesadas, y más ignominiosas? No. Lejos de vosotros esta conducta, que
eclipsaría la gloria que habéis adquirido con vuestras hazañas, y os cubriría
de ignominia y confusión. Vosotros tenéis una gran parte en la sagrada obra de
nuestra libertad, no la dexeis imperfecta; consumadla. Vosotros habéis ceñido
vuestras sienes con laureles inmarcesibles en los campos del honor: no
permitáis que una infame cobardía los marchite. No temáis a esas huestes
mercenarias y cobardes, que con prestigios, y simulaciones, pretenden colorir
su infame causa. La nuestra sí, es justa, y sagrada. El cielo no puede dexar de
protexerla. Aprontaos pues para correr a Viacha, a uniros con vuestros
hermanos, que han dado nuevas pruebas de valor en la acción del 20 de junio.
Regad, si es preciso, con vuestra sangre, esas áridas campañas, para que
produzcan la frondosa palma de la victoria, que va a decidir nuestra felicidad,
y nuestra suerte. Haced este último, y generoso sacrificio, en obsequio de la
madre patria. Ella lo recompensará a su tiempo, y transmitirá su memoria a la
posteridad más remota, escribiendo en los fastos de esta sagrada revolución el
siguiente epíteto: Tarija me salvó. – Dada a 13 de julio de 1811. – José
Antonio de Larrea. – Francisco José Gutiérrez del Dozal. – José Manuel Núñez de
Pérez”.
Tarija
tiene las mismas características y culturalmente se asimila a las tradiciones
del noroeste argentino, un ejemplo de lo dicho es el chapaco tarijeño que recuerda
al gaucho salteño, diferenciándose notablemente con los de la Puna. En
definitiva, vale hacer hincapié en que la guerra gaucha, gesta güemesiana o
gesta salteña, mediante una guerra de recursos fue forjada con Güemes a la
cabeza, junto a sus oficiales, los famosos gauchos salto-jujeños y los chapacos
tarijeños, en combinación con los decididos altoperuanos; cuya sangre –al decir
de Urcullo- corrió mezclada en defensa de una misma causa enarbolando los
mismos pendones, batallaron, cayeron y triunfaron: “todos se ligaron con un
mismo juramento, uno fue el objeto, uno el empeño”.3
Fueron
ellos los pilares fundamentales que sostuvieron la defensa de la Patria, solos
y sin el apoyo ni ayuda de otras provincias y mucho menos de Buenos Aires, sin
mengua –hay que decirlo-, la actual República Argentina les debe toda la
contención del invasor, la libertad y la Independencia Nacional. 4
Tarijeños poco o nada recordados
Durante la guerra de la Independencia numerosos tarijeños se destacaron en la lucha, algunos de los
Eustaquio Méndez |
cuales estuvieron muy vinculados a familias salteñas, entre los cuales, el escritor Juan Navajas Paz5 menciona a los hermanos sacerdotes José Mariano y Sebastián Ruyloba6, José Julián Pérez de Echalar -quien fue un panfletista contra los opresores; Francisco y Manuel Pérez de Uriondo, José María Avilés7, Ramón y Manuel Rojas8, Pedro Antonio Flores, al bravo comandante José Ignacio Mendieta9, y a los hermanos Clodomiro, Mariano y Saturnino León10, aunque en este como en otros listados, quedan importantes cabildantes y militares en el tintero.
De
las investigaciones realizadas en el Archivo y Biblioteca Históricos de Salta,
se halla una Carpeta de Gobierno referida a Tarija, de donde se pudo rescatar
otros nombres hoy olvidados y de gran relieve durante el periodo
independentista, como Bernardo Trigo, Manuel de Lea Plaza11, José Felipe de
Echazú, Diego Arze, Domingo Arze, Clemente Caso, Gregorio León, Mariano
Aparicio, Eustaquio Méndez, José María Aguirre, Manuel Valverde y Pedro José
Cabero, que conformaron el frente de los Escuadrones de Tarija, tal como se
puede observar en la lista hecha en 1825 por el general Juan Antonio Álvarez de
Arenales, que se transcribe:
“Relación
del número de reclutas que corresponde dar a cada uno de los Escuadrones de
Tarija.
1er. Escuadrón: Su Comandante el Coronel D. Bernardo Trigo, diez
y siete hombres.
2.º Escuadrón: Su Comandante el Teniente Coronel D. Manuel de Lea
Plaza, diez y siete hombres.
3.º Escuadrón: Su Comandante D. José Felipe de Echazú, diez y
siete hombres.
4.º Escuadrón: Su Comandante D. Diego Arze, diez y siete hombres.
5.º Escuadrón: Su Comandante D. Domingo Arze, diez y siete
hombres.
6.º Escuadrón: Su Comandante D. Clemente Caso, diez y siete
hombres.
7.º Escuadrón: Su Comandante D. Gregorio León, quince hombres.
8.º Escuadrón: Su Comandante D. Mariano Aparicio, quince hombres.
9.º Escuadrón: Su Comandante D. Eustaquio Méndez, diez y siete
hombres.
10.º Escuadrón: Su Comandante D. José María Aguirre, diez y siete
hombres.
11.º Escuadrón: Su Comandante D. Manuel Valverde, diez y siete
hombres.
12.º Escuadrón: Su Comandante D. Pedro José Cabero, diez y siete
hombres.
Resultan doscientos reclutas, que deberán ser precisamente jóvenes de
catorce a veinte años, de familias a quienes hagan menos falta, pero no vagos,
viciosos, ni lesionados. Tarija
Septiembre 13 de 1825 - Arenales –
Nota:
- Si hubiere jóvenes de buena calidad y disposición decentes que
voluntariamente quieran tomar partido en el Batallón de la Provincia que ha de
ser uno de los cuerpos del Ejército Nacional, se les dará plaza efectiva según
su actual aptitud, en que podrán emprender su carrera brillante, y ser útiles y
honorantes asimismo a la Patria y a su particular país y vecindario, sin que en
tal caso puedan impedirlo los Padres, parientes ni otro alguno” - Rúbrica - .12
Sin
embargo, no se debe olvidar los nombres de otros poco recordados militares y
religiosos, que rescató el historiador Mariano de Echazú Lezica, de cuyas
biografías fueron divulgadas en diferentes publicaciones, entre los que se
mencionan Manuel Álvarez, al cura Baltasar Arze, Mateo Berdeja, Manuel Caínzo,
Ambrosio Catoyra, Juan Díaz Chávez, Manuel de Echalar, Nicolás de Echalar, Juan
de Dios de Evia y Baca (de Hevia y Vaca), Francisco González de Villa, José
Hurtado de Saracho, Vicente de Ichaso, Manuel Jaramillo, Eugenio Méndez, José
Manuel Núñez de Pérez, Leandro Pacheco, Francisco de Paula Aráoz, José Antonio
Reguerin, Agustín de los Ríos, Pedro Manuel Rodríguez Valdivieso, Miguel
Gerónimo Tejerina, Cecilio Trigo, y al destacado cura jujeño José Miguel de
Zegada y Rubianes.13
La Academia Güemesiana del Instituto Güemesiano de Salta
Desde
la Academia Güemesiana del Instituto Güemesiano de Salta, se viene trabajando
incansablemente por la difusión de la vida y obra del prócer salteño en la
convicción de que Martín Miguel de Güemes es una de las máximas expresiones de
las virtudes del argentino y del hispanoamericano. En este órgano institucional
fue Juan Manuel de los Ríos el primero en encarar un artículo referente al
estudio de ambos próceres, titulado “Derivación final de la muerte de Güemes.
La entrevista de Guayaquil entre los Libertadores San Martín y Bolívar” dando
así el puntapié inicial en el Boletín Nº 1 publicado en 1977.14 No obstante,
aún en la Argentina poco se conoce acerca de la obra del general Güemes y mucho
menos de quienes lo acompañaron en la lucha por la emancipación americana.
Una
de las recordadas historiadoras y académica de la Academia Güemesiana del Instituto
Güemesiano de Salta, María Inés Garrido de Solá, señaló que el aporte más
significativo de San Martín a la causa, fue el vasto plan combinado, con la
consecuente participación de Güemes. Un plan erudito e ingenioso, en el que
actuaron el pueblo en armas guiado por San Martín y muchos otros, con el
objetivo de defender la libertad de América desde las Provincias Unidas del Río
de la Plata. San Martín libertó Chile y Perú, recorriendo enormes distancias, a
través de territorios inhóspitos y con inferioridad de hombres y armamento.
Mientras, Bolívar hacía lo mismo desde Venezuela y Nueva Granada (Colombia),
bajando hasta el Ecuador, convirtiéndose en el ‘colibertador’ del Perú. Desde
el punto de vista político, económico, social y cultural, el aporte relevante
de San Martín como estadista fue su visión de América, la que para él, al igual
que para Güemes, Bolívar y quienes los siguieron, era la América única, unida,
integrada.15 Luis Oscar Colmenares que presidió por muchos años el mencionado
Instituto, rescata que la mayor contribución de San Martín a la libertad e
independencia “la llevó a cabo mediante su cruzada libertadora al Perú”
reflexionando que este aporte:
…originó
el cese de los intentos españoles de recuperar las provincias argentinas. La acción
sanmartiniana impidió que el Ejército Realista del Alto Perú continuara con sus
intentos de llegar a Buenos Aires para derrocar y detener a las autoridades
centrales de las Provincias Unidas. El máximo aporte del Libertador a la
emancipación americana fue libertar Chile, expulsar a los españoles de Lima,
proclamar la independencia del Perú y ser su primer mandatario independiente.
Señala
asimismo, que la mayor contribución de Güemes comienza a partir que el Director
Supremo del Estado le encomienda la defensa de las provincias. Fue una epopeya
con Güemes a la cabeza, sin parangón en la emancipación de América, que duró
cinco años consecutivos.
Una
gesta de todo el pueblo de Salta y Jujuy: gauchos, pudientes, mujeres y niños.
“La gesta güemesiana es la epopeya de la Independencia Argentina. La epopeya de
la Patria”; pues Martín Miguel de Güemes no pudo libertar las provincias del
Alto Perú ni auxiliar al Gran Capitán a libertar el Perú, porque lo mataron.
Pese a este suceso, “al defender exitosamente la libertad y la independencia de
las provincias argentinas, consiguió que se mantuviera la unión de las mismas y
pudieran formar –sin deserción alguna- la Nación Argentina”.16
Por
su parte, otro miembro de la Academia Güemesiana Luis Alberto Leoni Houssay, sostiene
con toda razón, que la valorización de Güemes y de la guerra gaucha que fuera
su obra magna en la consolidación de la Independencia Argentina, como
contributiva a la emancipación de la América del Sur, no ha alcanzado todavía
la significación trascendente que merece en la historiografía nacional y
continental como que no existe en la historia militar del mundo un conductor
igual y una guerra semejante.
Las
circunstancias de haber contribuido decisivamente en el éxito de la empresa
libertadora sanmartiniana, en la emancipación de media América, elevan a Güemes
y a la guerra gaucha, por él conducida, a la nominación justa de gesta
continental, al lado de la revolución norteamericana de 1776, al mando de
Washington y de la revolución colombiana.17
En
definitiva, si no hubiese sido por la actuación del general Martín Miguel de
Güemes, supremo defensor de la libertad e Independencia de las Provincias
Unidas del Río de la Plata, no hubiese podido ejecutarse el plan en donde el
libertador de medio continente Americano el general José de San Martín
–ciertamente- tuvo una actuación decisiva.
1
Rodolfo Plaza Navamuel, es académico de número del Instituto de San Felipe y
Santiago de Estudios Históricos de Salta y de la Academia Güemesiana del
Instituto Güemesiano de Salta. Académico correspondiente de la Academia
Sanmartiniana del Instituto Nacional Sanmartiniano (Argentina) y asociado
correspondiente del Instituto Sanmartiniano del Perú. Presidente del Centro de
Investigaciones Genealógicas de Salta.
2
Porcel, Roberto Edelmiro: Los Porcel en la conquista del Perú y Alto Perú,
Segunda edición, Tarija, Bolivia, Talleres de “Editorial Luis de Fuentes”,
1999, p. 20.
3
Urcullo, Manuel María: Apuntes para la historia de la revolución del Alto-Perú,
hoy Bolivia, Sucre, Bolivia, Imprenta de López, 1885, p. 85.
4
Plaza Navamuel, Rodolfo Leandro, El señorío del valle de Calchaquí en la guerra
de la Independencia Americana, Bicentenario de la Batalla de Salta 1813 – 20 de
febrero – 2013, Salta, Publicación Especial del Instituto Güemesiano de Salta,
2013, p. 117.
5
Navajas Paz, Juan: El Moto Méndez, La Paz, Bolivia, Ediciones Isla, 1990.
6
Los hermanos sacerdotes D. José Mariano y D. Sebastián Ruyloba se destacaron
tanto en el sacerdocio como en la política; nacidos en Tarija, en setiembre de
1771 y en enero de 1777, respectivamente. Ambos brillaron por su prédica en el
púlpito. Generosos y caritativos con los más necesitados. Patriotas acérrimos,
sacrificaron toda su fortuna por la causa de la Independencia. Recuerda la tradición
que sus padres habían tenido numerosos esclavos, el primer paso de los hermanos
Ruyloba, a su regreso de Chuquisaca, fue dar carta de libertad a todos ellos.
Los historiadores tarijeños coinciden en que sus “talentos dieron gloria y
honor a su país, mereciendo figurar en primera línea entre los más notables
ciudadanos que ha tenido Tarija” [O´Connor D´Arlach, Tomás (1888): Tarijeños
Notables, Tarija, Bolivia, Imprenta “La Estrella de Tarija”, p. 16/18.].
7
El general José María Avilés nació en Tojo y es uno de los caudillos que más se
distinguió en la guerra de la Independencia. Compañero de Eustaquio Méndez,
combatió con singular valor en diversas oportunidades contra las tropas
realistas. En 1818 fue gravemente herido. Creada la República de Bolivia, el
Libertador José Antonio de Sucre lo ascendió a coronel en 1825. Participó en la
Batalla de Yanacocha el 13 de agosto de 1835, donde tuvo una lúcida actuación,
siendo reconocido su valor y patriotismo por el gobierno del gran mariscal
Andrés Santa Cruz, que lo promovió al grado de General de Brigada. El famoso
guerrero falleció en Perú, en 1838.
8
Don Ramón Rojas nació en Tarija en noviembre de 1753, hijo de don Cipriano
Rojas y de doña Bárbara Jirón. En su tierra chapaca Rojas es considerado el
caudillo más notable después de Méndez; alcanzó durante la guerra de la
Independencia el grado de teniente coronel y comandó el Regimiento de Dragones
Infernales, Regimiento que según señala O´Connor d´Arlach “se componía en su
mayor parte de soldados tarijeños y era la pesadilla de los españoles”. Venció
a las fuerzas realistas comandadas por el general Joaquín de la Pezuela, en el
combate de La Tablada, el 30 de octubre de 1814. Intervino en numerosas
campañas desde 1810 a 1816. Ante un nuevo avance de los españoles, el 5 de
abril de 1816 en el combate de Las Barrancas, nuevamente se enfrentó contra
Olañeta, donde perdió la vida. Don Manuel Rojas tarijeño como su tío Ramón,
pues su madre Micaela Rojas que falleció dejándolo de uno o dos años de edad,
era hermana de don Ramón Rojas. El historiador Bernardo Trigo apunta que “se
cree que el padre fue don Deudato Ruyloba, hermano o familiar, al menos, de
Nicolás Ruyloba, que es quien educó y formó en su hogar al joven Manuel”.
Rojitas, como se lo llamaba familiarmente fue un valeroso guerrero que se
inició en el Regimiento de Infernales que comandaba su tío Ramón Rojas. A
mediados de 1816 y con el cargo de comandante, actuó valerosamente en los
combates de Concepción, Padcaya, Orozas, Cuyambuyo y Yesera. Perseguido por los
realistas, en 1821 el comandante Manuel Rojas fue sorprendido en las laderas de
“Colón”, tomado prisionero fue degollado y su cabeza fue colgada en un
algarrobo en el camino al pueblo de Concepción, actual capital de la provincia
de Avilés.
9
El comandante José Ignacio Mendieta, tarijeño nacido en 1782. Patriota
aguerrido que con su compañía chapaca de los “Guerrilleros” dio batalla a los
realistas con el fin de evitar el avance de éstos a la Villa de Tarija. El
último combate en el que intervino es el de Sivingamayo del que logra escapar,
herido, hasta Padcaya, donde fue asesinado.
10
Navajas Paz, Juan (1990): El Moto Méndez, p. 44/45.
11
El Tte. coronel don Manuel de Lea Plaza nació alrededor de 1769 y falleció en
Tarija, a los 68 años de edad, el 25 de febrero de 1837; hijo de don Fernando
Marcelino de Lea y Plaza de Mendieta, nacido en San Bernardo de Tarija en 1732,
y de doña Narcisa de Velasco y Sánchez de Mexía.
Ignoramos
la vinculación familiar de los Lea Plaza de Tarija con los de Salta, entronque
o parentesco que no descartamos. No obstante, es justo destacar las
coincidencias entre las diferentes ramas de la familia de Lea y Plaza asentadas
en Chile, Bolivia y Argentina, en cuanto a la gloria de haber entregado la
mayoría de sus varones a los ejércitos en la lucha por la Independencia, así
como el fervor a dicha causa de sus mujeres, cuyas memorias esperan un justo
reconocimiento. En cuanto a los Lea Plaza salteños, cabe mencionar que fueron
veintidós valientes guerreros y esforzadas mujeres que nunca recibieron un
razonable merecido homenaje y recuerdo de la provincia. Éstos guerreros de la
Independencia Americana organizaron bajo sus mandos en diferentes puntos de los
Valles Calchaquíes: Escoipe, Cachi, Atapsi, Seclantás, Molinos y San Carlos,
varios escuadrones y regimientos con sus familiares, paisanos voluntarios y sus
propios recursos jugando un rol primordial desde el inicio de la guerra de la
Emancipación y durante las luchas civiles, contribuyendo con su gente a los
Regimientos de Caballería de Salta, Tucumán, Catamarca, Jujuy, Tarija y el Alto
Perú.
En
algunos documentos, don Manuel figura como don Manuel Martínez de Lea Plaza.
Fue militar, patriota, guerrero de la Independencia que alcanzó el grado de
teniente coronel y fue capitular de Tarija. El biógrafo del general Güemes, lo
menciona a don Manuel Martínez de Lea Plaza, como oficial de los tarijeños. Y
señala: “Para la Historia es un testigo abonado pues que anduvo muy cerca de
las balas”.
Formando
parte de las milicias tarijeñas, estuvo incorporado a la Vanguardia del
Ejército Auxiliar al Perú, que comandaba el coronel González Balcarce. Una
conocida carta (sobre lo ocurrido en el combate de Santiago de Cotagaita)
fechada en Tupiza el 13 de noviembre de 1810, remitida por don Manuel de Lea
Plaza a don José Hurtado de Saracho, señala su intervención en una de las
cruentas contiendas durante la Guerra de la Independencia, dice así: “El 27 del
pasado fue el combate que tuvimos en Santiago, donde perdimos las esperanzas de
poder seguir para adelante… el general hizo retirar la gente que caminamos esa
noche toda la noche, que si los de arriba no hubieran andado tan cobardes, nos
apresan a todos según el desorden que hubo, así para emprender la batalla, como
para la retirada, pero Dios quiso que no, y nos vinimos a Tupiza. Luego de
alguna información acerca de la batalla de Suipacha (…), Manuel de Lea Plaza
agrega: los tarijeños se han portado en el día (7 de noviembre) grandemente,
como en Santiago, sólo ellos fueron los que sostuvieron el fuego a excepción de
los artilleros, que los de abajo se andaban escondiendo por los cerros (…)
Estando en Tupiza vinieron los de arriba a pagarnos la vista… y tuvimos que
mandarnos mudar a Suipacha, y al día siguiente bajaron los de arriban a
Suipacha, y esa noche antes nos llegaron las municiones y también dos cañones;
con que, a los de arriba les habían informado que no teníamos municiones, y con
esa satisfacción nos fueron siguiendo, pero, Dios mediante, los hemos hecho
retroceder como que les hemos avanzado cuatro cañones, cerca de dos pearas de
municiones, aguardiente, bizcocho, reses, charqui, mulas, fusiles, muchos
prisioneros, heridos 20, muertos me parece que han de ser más de 50. Estos
infelices daban mucha lástima al ver como disparaban, dejando uno la mula,
otros, aún la casaca, que es la última ponderación… (el resto del párrafo ya es
conocido). El día siguiente mandó el general Córdoba un parlamentario a nuestro
general que decía que como lo dispensase a él, entregaría al señor Nieto y que
sólo él era el causante de todas estas revoluciones; no sé en lo que parará…
Nuestro Sargento Mayor (Güemes) caminó el día 9 de éste para Cinti con más de
3000 hombres para ver si está allí la plata del señor Nieto y otras condiciones
que dicen ha llevado secretas, que según a mi parecer pueden traer algunos
cómplices, como es Cavero y otros… De los tarijeños murió uno que es de San
Lorenzo, que según me aseguran que se había estrechado con temeridad como que
lo mataron a boca de cañón; heridos dos o tres, pero no es cosa de cuidado. Que
los de abajo han sido ocho. Yo quedo bueno, gracias a Dios, que he salido bien,
sin embargo que hemos andado muy cerca de las balas. Y en posdata: Después de
escrita ésta, llegó un propio de Potosí a nuestro general en el que le dicen
que ya tienen preso al gobernador de dicho Potosí y van en pos de Nieto, y
quedamos esperando al general Ocampo, y estamos de esperada en Tupiza. Vale”.
Don
Manuel de Lea Plaza participó activamente en el Cabildo de Tarija, siendo uno
de los que en 1826 decidió la suerte de Tarija, es decir su pertenencia a
Bolivia. Así lo vemos al cabildante de Lea Plaza figurando entre los llamados
“separatistas” que firman el Acta redactada el 16 de julio de 1825, donde
manifiestan su deseo de pertenecer al Alto Perú. El acta es enviada el 13 de
agosto, a los diputados de la Asamblea instalada en Chuquisaca, y también al
general Arenales que aún se encontraba en Chuquisaca. Edgar Ávila Echazú, dice
que “tales peticionarios eran el coronel Bernardo Trigo, Ignacio Mealla, Manuel
de Lea Plaza, José de Aráoz, Agustín Mendieta, Francisco Javier Arce, Manuel
Zacarías Saracho, y Pedro Ichazo. A todos ellos el Moto Méndez les puso el mote
de “bolivianistas de nueva hora”, sin pensar que él mismo engrosaría sus filas
a poco”. Esta declaración, como bien señala Ávila Echazú, fue la primera que
hacía pública la voluntad anexionista de Tarija a Bolivia.
Mientras
tanto, en la Villa de Tarija, el 9 de septiembre de 1825, el general Juan
Antonio Álvarez de Arenales reglaba “el servicio interior del Pueblo, y
exterior de su campaña para los casos que puedan ocurrir, y por último
facilitar esta de un modo seguro y fácil, ha acordado crear, formar, y organizar
los Escuadrones de Milicias (…) El Segundo Escuadrón se compondrá desde el río
de esta Villa para adelante en todo el Partido de Tolomosa desde Tablada, y San
Jacinto hasta los confines de la Caldera. Su Comandante Teniente Coronel Don
Manuel de Leaplaza”. En documentos sobre Tarija, existentes en la Provincia de
Salta; figura el teniente coronel D. Manuel de Lea Plaza en una lista fechada
en septiembre 13 de 1825 y firmada por el general Álvarez de Arenales, como
Comandante del 2.º Escuadrón de Tarija, con diez y siete hombres. En mayo del
mismo año figura como Alcalde Ordinario de Segundo Voto o como Alcalde Nacional
de Segunda Elección, dando su voto para Diputados del Congreso Peruano al señor
Cura y Vicario doctor don José Mariano Ruyloba. Más tarde, tras las elecciones
del 26 de febrero de 1826 y un sin fin de actas y controversias, el 26 de
agosto de 1826, los representantes del pueblo de Tarija resolvieron
independizarse de Salta y de Argentina, reclamando su anexión a Bolivia. En
seguida se nombró a las nuevas autoridades: Prefecto del Departamento fue
designado el ex gobernador Bernardo Trigo; jefe de las Milicias don Mariano
Valverde; regidores fueron nombrados José María Aguirre, Juan Ramón Ruyloba,
Manuel Lea Plaza, Fermín Vaca, Agustín Mendieta, Luis Castillo, José Antonio
Vázquez; procurador general Mariano Cecilio Trigo. “Se nombraron diputados ante
el Congreso Boliviano al coronel Gavino Ibáñez, José María Aguirre y José
Fernando Aguirre -señala Ávila Echazú-; quienes, con el nuevo Prefecto,
representarían los derechos de las Provincias en el Congreso de Bolivia, al que
debían solicitar la incorporación de Tarija a la República de Bolivia (…)”.
Contrajo
matrimonio con doña Manuela Mendoza y dejó numerosa e ilustre descendencia, la
que llega hasta nuestros días en Tarija, otros lugares de Bolivia, Argentina,
Chile, Uruguay y países de Europa. Uno de sus hijos, el doctor Manuel de Lea
Plaza y Mendoza de sobresaliente actuación en Tarija, fue Ministro de la Corte
Suprema en 1869.
Güemes, los gauchos y San Martín
Con
respecto a la relación que tenía Güemes con la población aborigen, gauchos y
campesinos, es donde se manifiesta como un auténtico caudillo, ejerció
autoridad sobre ellos, no era impuesta a la fuerza ni fue necesario el
requisito administrativo legal, sino que fue un espontáneo reconocimiento al
jefe y en ello debemos ver el nacimiento de la democracia, el origen del poder,
el respeto al mismo y su ejercicio en forma ordenada, todo lo contrario del
criterio del caudillismo como expresión del autoritarismo o despotismo; es un
poder que por las exigencias del momento debía ser fuerte y eficiente. Bien
observa Ercilia Navamuel, cuando dice que Güemes “fue el medio por el cual se
expresó la voluntad popular, de acuerdo a las más antiguas costumbres hispanas,
cimentada en los municipios de la península y afianzada en América, en que el
poder absoluto no era de origen divino, teoría que se identifica con el
despotismo, sino popular, fuerte, pleno, eficiente, que se conseguía por
propias cualidades y es otorgado por el pueblo”, ideología que movió a los
patriotas americanos que lucharon por la independencia y es la explicación de
la adhesión de la población inculta.18
San
Martín, al abandonar España, se dirigió a Londres, donde formó parte en 1811 de
la Logia Lautaro, cuyo fin era trabajar por la Independencia y guiar la
organización política, esto último se concretaría recién en 1853 con la
Constitución Nacional. En enero de 1812 se embarcó en la fragata George Canning
y el 9 de marzo desembarca en Buenos Aires, donde gobernaba el Primer
Triunvirato, que trataba de expandir la Revolución de 1810. Junto a Carlos
María de Alvear que también integraba la Logia, establecieron en Buenos Aires
una filial de la Logia Lautaro o de los Caballeros Racionales.
El
7 de diciembre de 1812 San Martín creó por orden del Primer Triunvirato un
cuerpo de caballería que luego se convertiría en el célebre Regimiento de
Granaderos a Caballo, cuyo bautismo de fuego obró en el victorioso combate de
San Lorenzo el 3 de febrero de 1813 y con el que recorrió América. Si se
comprime la actuación de San Martín en el territorio de las Provincias Unidas
del Río de la Plata, al combate de San Lorenzo, gobierno de Mendoza y cruce de
los Andes, proyectando su actuación a Chile y Perú, sólo se contempla su
intervención directa.
Se
mutila la elaboración intelectual de un plan, el que tenía como meta: la
Emancipación de América. Sostiene claramente Garrido de Solá, que el enemigo
concentraba todo su poderío en el Perú, pero con el propósito a la inversa: el
de bajar para terminar con el único foco que quedaba de la rebeldía americana.
Había que abandonar la ruta por la que tradicionalmente se proyectaban las
acciones, optando por una ofensiva por el Oeste, venciendo la barrera natural de
los Andes, para caer en Chile primero y en el Perú después.
Para
que esto fuera viable, había que mantener en las Provincias Unidas del Río de
la Plata la defensiva en el frente salto-jujeño y altoperuano. El propósito era
atraer y contener al enemigo, evitando su avance y anulando su posibilidad de
acción tornando imposible la opción por el Oeste. Posteriormente vendría la
ofensiva e invasión, tanto desde las Provincias Unidas del Río de la Plata,
cómo desde Chile, juntándose en el Perú los ejércitos operantes, para terminar
con el dominio hispano en América. En la primera etapa, la defensa de las
Provincias Unidas del Río de la Plata había estado a cargo del ejército regular
que intentó alcanzar el centro del poder realista y que había sido derrotado
primero en Huaqui y después en Vilcapugio y Ayohuma. Martín Miguel de Güemes
participó activamente y con éxito liderando las avanzadas con la misión de
contener al enemigo y tras la derrota del grueso del ejército regular en Sipe
-Sipe, le fue confiada por la autoridad central, la defensa de las Provincias
Unidas del Río de la Plata.19 En tanto, al enterarse el rey de España su
triunfo de Viluma o Sipe-Sipe, ordenó que se celebrasen grandes fiestas en
América y en toda la Península, cantándose Tedeum en todas las catedrales de la
monarquía. Fernando VII se instalaba nuevamente en el íntegro poderío de los
antiguos y extensos dominios.20
El plan para todos los pueblos de la Unión
Don
José de San Martín, en 1814 se traza un plan de trabajo en base a las
experiencias recogidas a lo largo de sus dos campañas anteriores. ¡Hombre
astuto! –reflexiona Ricardo Rojas-, bien sabe lo que busca: un ejército en
Mendoza para pasar a Chile y de allí por mar a Lima para acabar con los godos.
Ese es el plan de la epopeya andina, claro y breve.21
San
Martín, había coincidido en el sistema de guerrillas utilizado por Güemes y sus
gauchos, a cuyos efectivos los había designado como línea de Avanzada. Este
sistema es el que empleó el coronel Juan Antonio Álvarez de Arenales el 25 de
mayo de 1814, cuando con pequeños contingentes logró derrotar a los realistas
en los campos de La Florida.22
Desde
que San Martín asumió la gobernación intendencia de Cuyo en agosto de 1814, se
preocupó por ejercer un buen gobierno, aunque la situación del país era
caótica, pudo comprobar que las fuerzas militares con que contaba eran escasas
y limitadas en absoluto para cualquier acción estratégica u operación bélica.
Hacia octubre de 1815 el ejército tenía mil seiscientos treinta y cuatro
infantes, mil soldados de caballería de línea y doscientos veinte artilleros
con diez piezas.
Poco
después, San Martín da a conocer el verdadero plan estratégico continental en
una carta dirigida a Tomás Godoy Cruz, fechada en Mendoza el 12 de mayo de
1816.
Los
habitantes de Mendoza habían aportado soldados, ganados y riquezas. En aquellos
preparativos, a fin de congregar soldados para la campaña, el 10 de enero de
1817, San Martín emitía un bando desde su Cuartel General de Mendoza en su
carácter de Coronel Mayor de los Ejércitos de la Patria, Capitán General de la
Provincia, y General en Jefe del Ejército de los Andes, en el cual dispone “que
sean indultados de todo castigo los desertores del Ejército” de su mando,
debiéndose presentar a las autoridades voluntariamente “en el término preciso
de cuatro días”, y los que no lo hicieren, serán aprehendidos e
irremisiblemente pasados por las armas a las veinticuatro horas de traídos al
Ejército. Advirtiendo San Martín, que “Seré inexorable en la ejecución del
castigo, como religioso en la inviolabilidad del indulto”.23
De
esta suerte, el 18 de enero de 1817, el general con su Ejército de los Andes,
inició el cruce de la Cordillera, llevando la bandera de la libertad a Chile.
San Martín no solo verificó el paso de los Andes, que es una de sus hazañas más
admirables, sino que logró hábilmente engañar a los españoles con respecto al
punto por el cual debía verificar su invasión. Burlando a los jefes realistas
pudo ver fraccionadas sus fuerzas, y apareciendo de improviso por un punto opuesto
al que se le esperaba, atacó el 12 de febrero, atravesada la cordillera y tras
la invasión a Chile, San Martín vence completamente a los realistas en la
batalla de Chacabuco.
El
Libertador de Chile, rehusó el mando supremo del país que en gratitud le
ofrecieron en Santiago los chilenos después de esta gloriosa jornada, por lo
que el 16 del mismo mes, fue elegido don Bernardo de O´Higgins. Es que San
Martín no ambicionó títulos, su mirada era otra.24
Demuestra
su gran temple moral en la derrota de Cancha Rayada el 19 de marzo de 1818,
organizó sus tropas, restableció la confianza pública y a los pocos días, el 5
de abril, hizo frente al enemigo en los llanos de Maipú, una de las batallas
más reñidas que se dio en aquella lucha memorable. Con esta victoria, San
Martín consolidó la independencia chilena y se preparó la ocupación de Lima.
Luego de largos preparativos y vencer toda clase de dificultades se iniciaron
así las campañas navales en el Pacífico, embarcándose en Valparaíso con rumbo a
las costas del Perú, donde gobernaba el Virrey Joaquín de la Pezuela.
1
Rodolfo Plaza Navamuel, es académico de número del Instituto de San Felipe y
Santiago de Estudios Históricos de Salta y de la Academia Güemesiana del
Instituto Güemesiano de Salta. Académico correspondiente de la Academia
Sanmartiniana del Instituto Nacional Sanmartiniano (Argentina) y asociado
correspondiente del Instituto Sanmartiniano del Perú. Presidente del Centro de
Investigaciones Genealógicas de Salta.
(Primeras Jornadas Internacionales Argentino - Bolivianas de Historia -
Bicentenario de La Batalla de La Tablada)
Lucha y dificultades en las etapas del plan sanmartiniano-güemesiano
La
Guerra Gaucha, Gesta Güemesiana o Gesta Salteña, como se la prefiera llamar:
fue un hecho político-militar y no el resultado de livianas escaramuzas. Con el
fin de resistir y desgastar al ejército realista, Güemes organiza en las
provincias de Jujuy y de Salta los principales Escuadrones de Gauchos –tal era
su nombre oficial- pero que eran verdaderos Regimientos de Caballería:
a)
el de Orán, que mandaba el Tte. coronel Manuel Eduardo Arias; b) los tres de la
Quebrada de Humahuaca que mandaban los Ttes. coroneles Manuel Álvarez Prado,
Juan Francisco Pastor y Guillermo Belmonte; c) el de Sta. Victoria, al mando
del Tte. coronel José Antonio Ruiz; d) el de la Frontera del Rosario que
mandaba el Tte. coronel José Francisco Gorriti; e) los dos de la ciudad de
Jujuy, mandados por los Ttes. coroneles Bartolomé de la Corte y José Gabino de
la Quintana; f) los tres de Salta y su campaña mandados por los Ttes. coroneles
Santos Morales, José Luis Burela, Francisco Velarde y Ángel Mariano Zerda; y g)
los de los Valles los mandaban los Ttes. coroneles Luis Borja Díaz de Lea y
Plaza y Bonifacio Ruiz de Llanos.25
Estos
Escuadrones de Gauchos, contaban con una plana mayor, además de oficiales
agregados. Cada Escuadrón tenía una o más Compañías, que llegaron en algunos
casos a ocho.
Los
Escuadrones principales tenían una o dos Compañías de tropa de línea, como lo
eran los Cazadores, los Granaderos y los Infernales, además de contar con un
cirujano y un capellán.26
Güemes
estaba confiado en que la provincia de Salta habría de responderle como
efectivamente ocurrió. De acuerdo a la estrategia del plan continental, se
hacía imprescindible mantener expeditos los dos ejes de circulación, el
transversal, a Chile, en vistas a los proyectos de San Martín de emprender la
total reconquista del país hermano, y el longitudinal, hacia el Norte, donde
Güemes y sus gauchos realizaban verdaderos prodigios de valor.27
Las
condiciones demostradas por los habitantes de Salta, en lo que respecta a su
espíritu de sacrificio y entrega total a la causa de la revolución, entre otras
aptitudes, advierte Best, que “hicieron esperar a San Martín un éxito halagador
de la defensa con la intervención de los gauchos”, y añade convencido que no
estaba:
…equivocado
San Martín, cuando supuso lo que podían hacer los gauchos, ni más tarde, cuando,
basado ya en la experiencia propia, aconsejó dejar frente al enemigo y a cargo
de ese teatro de operaciones a los valientes gauchos de Salta con dos
escuadrones buenos de veteranos, mientras él realizara las operaciones
principales hacia Chile a través de la gran cordillera, por Mendoza y San
Juan.28
La
estrategia sanmartiniana estaba en marcha con todos los elementos humanos y
geográficos de tres grandes conglomerados políticos: las Provincias Unidas del
Río de la Plata, la Capitanía o antiguo Reino de Chile y el Virreynato del
Perú. En nuestro país las regiones de Cuyo en el Oeste y de Salta en el Norte,
tuvieron una directa gravitación dentro de la concepción de San Martín, al
igual que el Pacífico Sur-oriental, como frente marítimo. Es por eso que cuando
al plan estratégico continental del Gran Capitán de los Andes “se lo concreta a
la reconquista de Chile y a la expedición al Perú, se resta esplendor a su
genio militar y político”. En la acción estratégica de San Martín, Güemes tuvo
a su cargo una de las magistrales operativas con vistas a la libertad del
continente,
…ambas
magistrales estaban estrechamente unidas por su objetivo fundamental y
coordinadas en el tiempo y en el espacio. Son tan interdependientes en la
concepción, preparación y ejecución previstas que el estudio desconectado de
las mismas ha de atentar, sin lugar a dudas, contra la idea genial que inspiró
la hazaña continental del Libertador.29
A
las fuerzas de las provincias de Salta y Jujuy se debe exclusivamente la
conquista y sostén de la Independencia Nacional. Best, opina al respecto, que
“Salta (comprendida Jujuy hasta 1834) fue el teatro más activo y su población
la que más sufrió en todo sentido por la guerra, pues se despobló y desangró al
extremo”, observando más adelante, que después de la fracasada y última
invasión de Olañeta en junio de 1821,
…los
realistas no intentaron ya más penetrar en el noroeste argentino; y, como de
los demás frentes sus ejércitos vencidos habían desaparecido, la Independencia
Nacional estaba confirmada por las armas, faltando solo asegurarla totalmente
con la expulsión de las fuerzas peninsulares del resto de la América
meridional, en lo que San Martín y Bolívar estaban empeñados. 30
La
guerra gaucha, gloriosa gesta de aquellos titanes de la América del Sur, formó
parte del plan sanmartiniano y subsistió hasta la trágica muerte del caudillo
salteño. La admiración que sentían varios gobernadores por las luchas que Salta
había sostenido contra los realistas, no alcanzó en 1820 para comprometer sus
auxilios, Salta se decidía a “emprender la guerra de acuerdo y combinación con
José de San Martín consagrando a este fin los últimos restos que le han dejado
las incursiones de los enemigos”, alistaba un ejército de cuatro mil hombres,
disponía con cuatrocientos soldados de Córdoba.31
Se
destaca el plan de acción de San Martín y Güemes en cuanto a que las tropas
patriotas deberán llamar la atención del enemigo por Salta, para evitar que
engrosara la represión realista de la costa. Y es al general Güemes a quien San
Martín entrega la responsabilidad de dirigir las acciones por tierra desde
Salta y Jujuy, por el Alto Perú, hasta unirse a las fuerzas del Libertador en
Lima. Es a Güemes, a quien halló el más capaz, por las acciones sostenidas año
tras años contra las presiones del enemigo sin menguar para nada su valentía y
desinteresado patriotismo, quien con su conducta y convicciones supo llenar de
arrojo a sus gauchos y tropas de línea en la guerra por la liberación, quien
logró mantener a toda su provincia en armas, durante años y sin claudicaciones
por el ideal de la libertad americana.32
En
efecto, el plan integracionista americano coordinado en 1820 entre San Martín
desde Chile, y Güemes con sus milicias desde Salta y Jujuy, era vital en las
operaciones de pinzas sobre los españoles en el Perú y el Alto Perú. La muerte
de los amigos de San Martín en quienes confiaba ciegamente: Belgrano en 1820 y
Güemes al año siguiente, dejó inconcluso el plan sanmartiniano que el salteño
tanto había sostenido.
Estos
sucesos trastocaron todas las previsiones del plan ofensivo de invasión al Perú
por el centro del territorio, que de haberse cumplido, probablemente “la guerra
hubiese terminado en 1821, sin el tremendo desgaste territorial que acarreó”.33
Pero, la violenta muerte de Güemes determinó inmediatamente la disolución del
Ejército Auxiliar del Perú y fue la principal causa de la prolongación de la
guerra en el Perú y consecuentemente, de los graves problemas militares que
soportó San Martín en el semestre anterior a Guayaquil. Sin aquel suceso, “la
guerra en el Perú –alega Juan Manuel de los Ríos- terminaba a fines de 1821,
porque hasta esa fecha San Martín había vencido a Canterac, tomado la fortaleza
del Callao, ocupaba los principales centros de abastecimiento, y sólo le faltaba
anular el ejército realista de las provincias altoperuanas, tarea confiada a la
división del Sur”34. Lo que vino después, no fue igual y con un sinnúmero de
dificultades. En esta región faltaba el caudillo. Guayaquil fue el final de la
etapa sanmartiniana y la labor fue completada lentamente por Bolívar y Sucre,
pero con un plan y un desenlace diferente35.
No
es posible finalizar sin antes hacer propias las eruditas palabras de Oscar
Uriondo, cuando dice que, la verdad histórica no puede pues ser ya tergiversada
ni ocultada. Güemes es la espada argentina de primera agua y de noble temple
que compartirá con San Martín la grande empresa de la libertad americana.
Porque San Martín, conductor eximio, no podía dejar de hacer gravitar dentro de
su estrategia magnífica esa fuerza poderosa que fue Martín Güemes y sus
gauchos.36
1
Rodolfo Plaza Navamuel, es académico de número del Instituto de San Felipe y
Santiago de Estudios Históricos de Salta y de la Academia Güemesiana del
Instituto Güemesiano de Salta. Académico correspondiente de la Academia
Sanmartiniana del Instituto Nacional Sanmartiniano (Argentina) y asociado
correspondiente del Instituto Sanmartiniano del Perú. Presidente del Centro de
Investigaciones Genealógicas de Salta.
12
A. y B. H. S. Carpeta de Gobierno, Tarija, 1825.
13
Echazú Lezica, Mariano de: “Datos biográficos de treinta patriotas que actuaron
en Tarija”, inédito. Gentileza del doctor Eduardo Trigo O´Connor d´Arlach.
14
Anteriormente, en 1951 Juan Manuel de los Ríos publicó “San Martín y Güemes” en
el Boletín Nº 25 del Instituto San Felipe y Santiago de Estudios Históricos de
Salta.
15
Solá, María Inés Garrido de, “San Martín y la gran América”; de la misma
autora: “Martín Miguel de Güemes. Héroe Nacional”, en: Colección artículos de
la Biblioteca Provincial Dr. Atilio Cornejo.
16
Colmenares, Luis Oscar, “San Martín y Güemes en la gesta por la Independencia
Argentina”, en: Boletín del Instituto Güemesiano de Salta
17
Leoni Houssay, Luis Alberto, “Valorización continental del general Güemes y la
guerra gaucha”, en: Boletín del Instituto Güemesiano de Salta Nº 15,
Publicación Oficial del Gobierno de la Provincia de Salta, 1990, p. 109/123.
Coincidimos plenamente con Leoni Houssay cuando en la página 110 del citado
artículo, afirma que “También, y es el caso mencionarlo por sus connotaciones,
la ofensiva folclorista llevada a cabo por los sucesivos gobiernos de la
provincia, sus instituciones culturales, agrupaciones nativas, periodismo y los
propios salteños, orgullosos de la estirpe gaucha, cantada por Leopoldo
Lugones, en su novela llevada al canto y al cine, hacen que el turista y el
hombre ajeno a la historia auténtica, piensen que la victoria se debió a la
acción montonera, irracional, de aquellos paisanos comandados por Güemes, sin
darle el mérito a una campaña regular, pensada y ejecutada, en el más alto
nivel político-estratégico”.
18
Navamuel, Ercilia, “El gaucho y la emancipación americana”, en: Boletín del
Instituto Güemesiano de Salta Nº 12, Salta, 1987, p. 30/32.
19
Solá, María Inés Garrido de, Ob. Cit.
20
Oliveira Cezar, Filiberto de, Güemes y sus gauchos. Escenas de la Independencia
Argentina, Buenos Aires, Félix Lajouane, Editor, 1895, p. 30.
21
Rojas, Ricardo, El santo de la espada, Buenos Aires, Editorial Losada, S.A.,
1946, p. 107.
22
Caldas Villar, Jorge, Nueva historia argentina, tomo 2, cuarta edición, Buenos
Aires, ditorial Juan Carlos Granda, 1975, p. 669.
23
Archivo Histórico de la Provincia de Mendoza. Época Independiente. Sección
Gobierno Año 1816, Carpeta Nº 283, Documento Nº 73.Asunto: Bando de José de San
Martín.
24
Suárez, José Bernardo, Biografías de hombres notables de Chile, 2da. Edición,
París, Imp. Simon Raçon y Comp., 1864, p. 13.
25
Cornejo, Atilio, Historia de Güemes, Segunda Edición, Salta, Talleres Artes
Gráficas S. A., 1971, p. 210.
26
Solá, Miguel, Las milicias de Güemes, Colección “Guardamonte”, Salta, Agrupación
Tradicionalista Gauchos de Güemes, 1963, p. 18.
27
Davire de Musri, Dora y Malberti de López Aragón, Susana, “Incidencia del plan
continental sanmartiniano en las vías de circulación”, en: Bicentenario del
Natalicio del General Dn. Martín Miguel de Güemes, Ponencias presentadas en el
Congreso Internacional de Historia, realizado en Salta en 1985, Talleres
gráficos del Congreso de la Nación, 1989, p. 365.
28
Best, Félix, Historia de las guerras argentinas, de la independencia,
internacionales, civiles y con el indio, tomo primero, Buenos Aires, Ediciones
Peuser, 1960, p. 208.
29
Uriondo, Oscar A., “Güemes y el plan continental de San Martín”, en: Boletín
del Instituto Güemesiano de Salta Nº 9 Extraordinario, Publicación Oficial del
Gobierno de la Provincia de Salta, Salta, 1985, p. 150/151.
30 Best, Félix, Ob. Cit., p. 291/292.
31
Cabral, Julia, “Güemes en el plan sanmartiniano”, en: Boletín del Instituto
Güemesiano de Salta Nº 10, Publicación Oficial del Gobierno de la Provincia de
Salta, Salta, 1985, p. 132/33.
32
Ídem., p. 130.
33
Leoni Houssay, Luis Alberto, Ob. Cit., p. 118.
34
Ríos, Juan Manuel de los, “Derivación final de la muerte de Güemes”, en:
Boletín del Instituto Güemesiano de Salta Nº 1, Publicación Oficial del
Gobierno de la Provincia de Salta, Salta, 1977, p. 114/115.
35
Plaza Navamuel, Rodolfo Leandro, Vínculos y mestizaje en torno al general
Güemes, 1º Ed. Publicación Especial del Instituto Güemesiano de Salta y del
Centro de Investigaciones Genealógicas de Salta, Salta, 2011, p. 37.
36
Uriondo, Oscar A., Ob. Cit., p. 156.
Del Libro: Tarija en la Gesta de La Revolución e Independencia Americana Primeras Jornadas Internacionales Argentino-Bolivianas de Historia-Bicentenario de La Batalla de La Tablada