LA INCORPORACIÓN DE TARIJA A LA REPÚBLICA DE BOLIVIA

8:25 a. m.


LA INCORPORACIÓN DE TARIJA A LA REPÚBLICA DE BOLIVIA, acontecimiento sobresaliente en los primeros años de nuestra vida republicana.

Entre los antecedentes es pertinente recordar que la villa de San Bernardo de Tarija, fue fundada el 4 de julio de 1574 por el próspero empresario español don Luis de Fuentes y Vargas en virtud de una provisión que había firmado con el virrey Francisco de Toledo en La Plata el 22 de enero de ese año.
En la mencionada provisión el representante del monarca mencionó los “daños, muertes y robos que los indios chiriguanos han hecho a los vasallos de Su Majestad”. Añadía que la fundación se la haga en el valle de Tarija, en parte conveniente para la defensa y “mejor sitio y comodidad para la salud y conservación de las personas que allí fueren a vivir y morar” y que se llame y nombre la Villa de San Bernardo de Tarija”.
Con la fundación formal, Tarija nació como núcleo de poder político y administrativo, parte integrante de la Audiencia de Charcas, dependiente del virreinato de Lima.
La región se convirtió en importante centro de producción agrícola, ganadera y forestal para el abastecimiento de la Villa Imperial y de los centros mineros de su jurisdicción.
El rey Carlos III le otorgó el título de MUY LEAL Y MUY FIEL en reconocimiento a la misión que cumplía y su adhesión a la Corona.
Cuando en 1773 el monarca estableció las intendencias, determinó que la de Potosí abarcaría las subregiones de Porco, Chichas, Tarija y Atacama. A la intendencia de Salta se le asignó las subdelegaciones de Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca y La Puna.
En 1776 el Rey creó el virreinato del Río de la Plata al que se incorporó las provincias altas, que hoy constituyen Bolivia. En tan vasto territorio se presentaron dificultades para la administración, sobre todo religiosa, lo que motivó que el gobernador de Córdoba del Tucumán Rafael Sobremonte, mas tarde virrey del Río de la Plata, planteara la división en dos del obispado de Tucumán, con una nueva sede en Salta a la que asignó parte del arzobispado de La Plata.
Eduardo Trigo O’Connor d’Arlach
La disposición está incluida en la cédula real del 18 de febrero de 1807, cuyo texto es importante conocer por haber dado lugar a la primera controversia diplomática de Bolivia. Dice:
Yo El Rey:
Gobernador Intendente de Potosí: para el mayor bien y felicidad de mis vasallos de Salta del Tucumán, he tenido a bien mandar a consulta de mi Consejo de Indias de diecinueve de octubre de mil ochocientos cinco, se erija un nuebo Obispado, cuya capital sea la de aquella provincia, asignando a la nueba Diócesis, entre otros territorios, todo el partido de Tarija de esa Intendencia, separándole de la de Potosí, como se prebiene respectivamente en cédulas de esa fecha. Lo que os participo para que tengan entendido quedar sugeto dicho partido a la jurisdicción de la Intendencia de Salta, que hasta ahora ha pertenecido a la Vuestra, haciéndole por este medio más útiles los desvelos que el Intendente por su inmediación al chaco, y a sus reducciones. En consequencia le facilitaréis y remitiréis, como muy particularmente os lo mando, los Autos, Documentos y Papeles que existían en Vuestro Archivo respectivos al citado Partido de Tarija así en lo gubernativo, como en lo contencioso, sin permitir se pongan embarazos o reparos que dificulten, o dilaten la remisión de todos los que sean necesarios para su gobierno contribuyendo vos por Vuestra parte a que tenga el más cumplido efecto esta mi Real Resolución, por ser mi voluntad. Fecha en el Pardo a diez y siete de febrero de mil ochocientos siete. Yo el REY.- Por mandato del Rey Nuestro Señor- Silvestre Collar- tres rúbricas”.

La disposición real fue puesta en ejecución el 24 de marzo de 1808 por el intendente de Potosí Francisco de Paula Sanz.
La segregación de Tarija de la intendencia de Potosí fue recibida con sorpresa en la villa desde donde se elevó reclamaciones a la metrópoli, las que no tuvieron  respuesta por la situación que atravesaba España frente a la política napoleónica. En consecuencia la cédula del 17 de febrero de 1807 tuvo plena ejecución religiosa, política y administrativa.
Luego sobrevivo el grito de Chuquisaca del 25 de mayo de 1809 y posteriormente la Revolución de Buenos Aires del 25 de mayo de 1810 que dio lugar a la formación de la Junta General Gubernativa presidida por el potosino Cornelio de Saavedra.
El naciente Gobierno, dos días después de su creación, con el fin de lograr el apoyo de los habitantes del interior, instruyó que cada ciudad con cabildo nominara un diputado que sería incorporado al Congreso General que se reuniría en la capital porteña. La villa de Tarija, el 18 de agosto de 1810, eligió como su diputado al joven abogado José Julián Pérez de Echalar. Es pertinente mencionar que este ilustre tarijeño integró la Junta Grande, negoció con el virrey Elío el tratado de pacificación; formó parte del primer y segundo triunvirato; ocupó el cargo de triunviro de este último que había asumido la suma de los poderes gubernativos. Buenos Aires lo eligió diputado al Congreso de 1812. Tarija por la adhesión de sus hijos a la causa de la emancipación, por su posición geográfica y por su riqueza, fue un importante centro en la lucha por la independencia del Alto Perú y de las provincias del Río de la Plata. Los combatientes de estas tierras estuvieron presentes en las principales batallas desde Suipacha hasta Tumusla. Entre muchos patriotas destacados figuraron Méndez, Flores, Rojas, Uriondo, Larrea, los hermanos León, Mendieta y Garay.
El fin de la dominación española en Tarija tuvo lugar el 14 de marzo de 1825 cuando el montonero Eustaquio Méndez, apodado el Moto, encabezó un movimiento popular en la villa y proclamó la libertad de toda la provincia.
Cabe recordar que el Mariscal Antonio José de Sucre, el 9 de febrero de 1825, convocó a una asamblea para que definiera el futuro del Alto Perú. En el decreto no incluyó a representantes de Tarija porque la villa y su territorio pertenecían a la jurisdicción argentina, razón por la cual no figura ningún tarijeño en el acta de fundación de la República de Bolivia.
El 9 de mayo de ese año, el Congreso de las Provincias Unidas del Río de la Plata, aprobó una ley mediante la cual invitaba a las provincias del Alto Perú a enviar representantes a ese órgano gubernativo reconociéndose –no obstante que ellas siempre han pertenecido al Río de la Plata- la voluntad del Congreso General Constituyente que ellas quedan en plena libertad para disponer de su suerte, según crean convenir mejor a sus intereses y a su felicidad. Se disponía, además, el envío de una misión diplomática para que en nombre de la nación argentina, felicite al Libertador Simón Bolívar por los altos y distinguidos servicios que ha prestado a la causa del Nuevo Mundo.
El gobernador Juan Gregorio de las Heras, a través del decreto de 19 del mismo mes dispuso que la misión diplomática que se trasladaría al Alto Perú estuviese formada por Carlos María de Alvear, José Miguel Díaz Vélez y Domingo de Oro quien actuaría como secretario.
Mientras tanto vecinos de Tarija se dirigieron al Mariscal Sucre con la solicitud de que nombrara un nuevo gobernador en reemplazo del Dr. Felipe Echazú, que cumplía esa misión por designación hecha por las autoridades argentinas.
Sucre escribió en el memorial este proveído: El coronel Francisco B. O’Connor se impondrá de la presente solicitud, se dirigirá a Tarija y si halla mérito en ella, en uso de las facultades amplias que se le tienen conferidas, mudará al gobernador de esa provincia nombrando otro en su lugar.
El oficial irlandés, que había sido Jefe del Estado Mayor del Ejército Unido Libertador en la batalla de Ayacucho, viajó a Tarija y al siguiente día de su llegada se presentó ante los miembros del Cabildo y posesionó como nuevo gobernador a Bernardo Trigo, quien más tarde fue General del ejército boliviano. Concluida esta misión O’Connor se retiró a Tupiza en los últimos días de mayo.
Trigo en el ejercicio de sus funciones le escribió al coronel O’Connor que había convocado a todos los vecinos de la villa para hacer un pronunciamiento a favor de la anexión de Tarija al Alto Perú. El acto fue fijado para el 6 de junio. En esta oportunidad fueron electos tres representantes para que asistieran a la Asamblea que debía reunirse en Chuquisaca en representación de la región; ellos fueron los presbíteros José Mariano Ruylova, cura vicario de Tarija; Baltazar de Arce, cura vicario de Concepción y el comerciante y filántropo Joaquín Tejerina. Estos diputados no fueron aceptados porque Tarija al pertenecer a la jurisdicción de Salta formaba parte de las Provincias Unidas del Río de la Plata, hoy República Argentina; además porque la convocatoria lanzada por Sucre no comprendía a Tarija.
El 16 de julio el Cabildo se dirigió al gobernador Juan Antonio Álvarez de Arenales para manifestarle que: la provincia por su voto general, está agregada al Alto Perú, ya en uso de la plena libertad que el mismo Congreso General Constituyente de las Provincias Unidas del Río de la Plata ha sancionado que disfruten las del Alto Perú. Ante esta situación Arenales se trasladó a Tarija, destituyó a Bernardo Trigo y repuso en la gobernación a Felipe Echazú.
Cuando se desarrollaban estos acontecimientos, O’Connor pidió permiso a Bolívar, quien ya se encontraba en Las Paz, para  trasladarse a la villa con la Legión Peruana. La ocupación militar tuvo lugar el 30 de septiembre de 1825. Estaban incorporados a dicha unidad el capitán  Felipe Salaverry y el subteniente Juan Crisóstomo Torrico, quienes años más tarde fueron presidentes del Perú.
En esos días, la legación argentina que encabezaba el general Carlos María de Alvear continuaba su viaje hacia el Alto Perú, con las instrucciones que habían sido aprobadas por el Ministro de Relaciones Exteriores Manuel José García que llevaban la fecha de 10 de junio de 1825.
Es interesante conocer detalles de estas órdenes para apreciar en su cabal valor el aspecto diplomático, las pretensiones del país vecino en un momento crítico de su historia y los resultados obtenidos.
Las instrucciones mencionadas establecían en principio  dos objetivos de la misión. La primera hacer la invitación fijada por la ley de 9 de mayo. La segunda trasmitir al Presidente de Colombia y Encargado del Mando Supremo del Perú, las expresiones de reconocimiento mencionadas en la misma ley.
Se instruía, además, que la Legación tras su arribo a Potosí, informara a través de los medios más seguros, acerca de las deliberaciones de la Asamblea de Diputados convocada por Sucre. Consideraba tres posibilidades 1) Si no se hubiese resuelto sobre la suerte de las cuatro provincias del Alto Perú la comisión informará al Congreso altoperuano lo establecido por la ley de 9 de mayo; 2) Si se hubiesen incorporado al Río de la Plata darán cuenta al poder ejecutivo argentino; 3) Si se hubiese resuelto formar un estado independiente, informarán a su gobierno.
Mientras la misión Alvear continuaba su viaje hacia el Alto Perú para cumplir su cometido fue informada que las provincias altoperuanas el 6 de agosto habían determinado constituirse en Estado soberano.
Otro asunto fundamental encomendado a la legación argentina fue interesar a Bolívar en los problemas que enfrentaba la Argentina frente al Brasil  por la ocupación que había hecho de la Banda Oriental del Uruguay. Se le manifestó a Alvear “que se esforzaría en demostrar al señor Presidente cuan peligroso es a la independencia y libertad de América la política adoptada por la Corte del Brasil, y que ha desplegado con mayor fuerza después de la disolución de la Asamblea del Imperio, como igualmente la aversión con que el Emperador mira las nuevas repúblicas y la decidida oposición a todo cuanto pueda consolidarlas”. Se calificaba de insidiosa la política con la cual se pretendía usurpar la Provincia Oriental y los pasos que, en consecuencia, habían dado para recuperarla.
En los documentos entregados a los diplomáticos no se hace mención a la situación de Tarija, tema que surge después de que el gobierno de Salta informara a Buenos Aires sobre los últimos acontecimientos y la preocupación manifiesta por la ocupación militar llevada a cabo por el coronel Francisco Burdett O’Connor.
El 23 de julio de 1825, el Ministerio de Relaciones Exteriores argentino amplió el mandato otorgado a la Legación, ordenando plantee al Libertador la devolución de Tarija. Bolívar manifestó que “Tarija había implorado la protección del Ejército Libertador y que había sido ocupado por sus órdenes”. Añadió Alvear que “fuese cual fuese la voluntad de Tarija, S.E. el Libertador no podía menos que convenir en el interior de su conciencia y en su ilustración que no podía establecer el principio anárquico de permitir a cada pueblo separarse de la asociación política a que pertenece, para asociarse a otra sin el consentimiento de la primera”.  Invocaba, por cierto, uti possidetis, en razón de que en 1810 Tarija formaba parte de la provincia de Salta.
Los argentinos ratificaron sus puntos de vista a través de la siguiente nota: Potosí el 25 de octubre de 1825. Los que suscriben tienen el honor de hacer saber a S.E: el Libertador de Colombia, Encargado del Mando Supremo del Perú, que se halla con órdenes de su gobierno para reclamar de S.E. la devolución del territorio de Tarija, ocupado por una división del Ejército Unido Libertador.
Los que suscriben han manifestado ya a S.E. esto mismo antes de ahora, en las conferencias privadas que se han tenido sobre la materia, y llenos de satisfacción por la uniformidad de sentimiento de S.E. hacen ahora la reclamación  formal y expresa en que ha convenido S.E. y creen los que suscriben necesaria para evitar en lo sucesivo cualquier motivo de divergencia que pudiera ocurrir en un negocio terminado definitiva y solemnemente entre autoridades competentes.
A más de esto, los que suscriben creen que en materias de esta naturaleza, que con el transcurso del tiempo pueden dar origen a desavenencias entre Estados destinados, por otra parte, a ser sinceros amigos, no hay precaución que sea superflua para evitarlo, y es esta la razón que los impulsa a suplicar a S.E. se digne declarar oficialmente:
1º Que reconoce anárquico el principio de que en territorio, pueblo o provincia, tenga el derecho de separarse por su propia y exclusiva voluntad de la asociación política a que pertenece, para agregarse a otro sin consentimiento de a primera; 2º que en vista de los documentos presentados a S.E. resultando justificado que antes de los acontecimientos de la resolución el territorio de Tarija pertenecía a la provincia de Salta, reconoce como parte importante de aquella Provincia y, por consiguiente, de las Unidas del Río de la Plata, dicho territorio.
Los que suscriben cumplen su más grato deber ofreciendo sus sentimientos de respeto y consideración particular.
Carlos de Alvear, José Miguel Díaz Vélez.
El Mariscal Antonio José de Sucre fue un pertinaz opositor a que el territorio de Tarija fuese entregado al vecino país. Antes de la llegada de Bolívar contestó a un reclamo de Arenales: “La provincia de Tarija ha sido sometida al Ejército Libertador no como un país que pertenecía  a Potosí o Salta, sino como un territorio que dominaban los españoles y era preciso arrancar de sus manos”.
Sucre estuvo presente en la tercera conferencia llevada a cabo el 27 de octubre en la que ratificó sus puntos de vista. Bolívar, que había adoptado la determinación de acceder al pedido argentino, le dijo: “Mariscal, es preciso que el Perú se desprenda de sus pretensiones sobre Tarija; de aquí a cien años los moverán los gobiernos si lo tuvieran por conveniente”.
El 7 de noviembre de 1825, Santiago Felipe Estenós, secretario general de Bolívar, se dirigió a los diplomáticos argentinos en estos términos: el Libertador ha accedido a la entrega de la provincia de Tarija al gobierno de La Plata a condición de que el general Arenales no persista en alegar a favor de la República Argentina, la provincia de Atacama; que para tal caso le queda al Alto Perú su derecho a salvo para hacer el que le corresponda a la provincia de Tarija, por ser igual el caso entre los dos gobiernos, pues, solo la posesión eventual y momentánea es la que se puede alegar por ambas partes. Los argentinos le manifestaron a Simón Bolívar que se tomaban la libertad de suplicarle se digne pasarles las órdenes en las cuales se prevenga al Coronel O’Connor que, dejando con su fuerza el territorio de Tarija, entregue el mando de ella y su jurisdicción al edecán de la Legación D. Ciriaco Díaz Vélez, que ha resuelto éste pase a tomar  posesión de él en nombre del Gobierno de las Provincias argentinas.
El 4 de febrero de 1826, Ciriaco Díaz Vélez, tomó posesión como Gobernador provisorio de Tarija.
El Ayuntamiento, que estuvo presidido por Bernardo Trigo, ante los hechos aparentemente consumados, planteó que la anexión al vecino país, que había sido decidida por Bolívar y debía realizarse como provincia independiente y en ningún caso como parte de la provincia de Salta.  Luego se procedió a la elección de diputados al Congreso General Constituyente de Buenos Aires, resultaron favorecidos: Domingo Arce, José Felipe de Echazú, el coronel Hilarión de la Quintana, José María Díaz Vélez, Cayetano Campana, Baldomero García y Pablo Alemán; la mayoría de ellos eran porteños y se supuso apoyarían la separación administrativa de Salta.
En esos días llegó Mariano Gordaliza, nombrado Gobernador de la villa y su territorio;  tuvo roces y desencuentros con la autoridad a la que debía suceder. Se alegó la nulidad de las elecciones llevadas a cabo y se procedió a una nueva nominación. El 7 de agosto se eligió a Juan Antonio Ruiz, Francisco J. Arce, José Miguel Núñez y José Felipe de Echazú, quienes se incorporaron al órgano legislativo argentino.
En Buenos Aires el 30 de noviembre de 1826, se promulgó una ley que disponía lo siguiente:
Art. 1º.- Queda elevada al rango de provincia la ciudad de Tarija y su territorio adyacente.
Art. 2º.- Se le declara todos los derechos y prerrogativas que la constitución y las leyes establecen a favor de las provincias.
Si bien la orden de Simón Bolívar tuvo ejecución, ella fue criticada con el razonamiento de que en su condición de Jefe del Ejecutivo carecía de atribuciones para disponer sobre la transferencia de territorios; pero cuando él abandonó Bolivia el sentimiento patriótico se avivó.
Pasaron los meses y los principales promotores del movimiento el Cnel. Bernardo Trigo y José Eustaquio Méndez, dirigieron acciones en contra del gobernador Gordaliza, según Trigo en informe elevado al Presidente Sucre le decía: hicimos rendir la guarnición de esta plaza con el mayor decoro y orden, sin que sufriese el menor estrépito ni desgracia.
Superado el ambiente de tensión que había vivido la villa, el pueblo por votación y aclamación unánime, aprobó su incorporación a la Hija Predilecta del Libertador. Restituyó a las autoridades que habían sido depuestas por los argentinos y aclamó como diputados al Congreso boliviano al Cnel. Gabino Ibáñez,  al Tcnel. José María de Aguirre  y a José Fernando de Aguirre.
Los tarijeños transmitieron al gobierno su temor de que se pudiera ingresar en estado de guerra con el país vecino. En atención  a esta preocupación Sucre dispuso que el Cnel. O’Connor al mando de dos compañías se acantonara en Mojo desde donde influiría en la organización de Tarija y tomaría las medidas militares ante cualquier eventualidad que pudiese presentarse.
Pese a la determinación firme adoptada por el pueblo, los representantes parlamentarios no fueron admitidos en el Congreso nacional, hasta que se dictó la ley de 23 de septiembre de 1826.
La norma citada desconocía los actos por los cuales Tarija fue desmembrada de la República de Bolivia. En su artículo 2º decía: “En virtud de las reiteradas negociaciones de Tarija  y de su libre y espontánea resolución por incorporarse a Bolivia, se admitirán en el Congreso Constituyente sus diputados que se hallan en la capital, luego que examinadas sus credenciales estén conformes al reglamento de elecciones de 26 de noviembre del año pasado”.
Cuando se preveía que la situación se había consolidado, nuevos obstáculos surgieron en contra del patriótico anhelo de los pobladores de la villa de San Bernardo. El Poder Ejecutivo que observó la ley antes citada y omitió promulgarla, no cabe duda que temía un conflicto bélico por una parte y, por otra, el Plenipotenciario Díaz Vélez continuaba en Bolivia a cargo de la representación argentina y llevaba a cabo gestiones diplomáticas en forma activa.
El Ministro de Relaciones Exteriores se dirigió a la Cancillería argentina y al Gobernador de Salta para expresarles que “el gobierno ha pensado que no es un deber, por el momento, admitir la reincorporación de Tarija a la República hasta que los resultados de la negociación de límites decidan un asunto que en si es tan delicado y que por lo mismo no quiere tratar sino muy amigablemente”.
Añadía que se había decidido conservar por su influjo el orden público en Tarija y que las fuerzas destinadas a la frontera entrarían a defender a la provincia. A la cabeza de esas fuerzas se encontraba el benemérito coronel Francisco Burdett O’Connor.
La posición asumida por las máximas autoridades tuvo un impacto muy fuerte en la colectividad tarijeña que el 7 de septiembre, en una reunión en la casa consistorial, emitió un nuevo pronunciamiento, por unanimidad, por el que expresó su decisión de pertenecer a la nación boliviana. En la ocasión se ratificó a los tres diputados que habían sido elegidos y se añadió el nombre de Pablo Hevia y Vaca, en calidad de suplente.
Ante la situación de incertidumbre, el 17 de octubre de 1826, el pueblo tarijeño emitió un notable manifiesto en el cual hizo un extenso análisis histórico de  los hechos y concluyó con la declaración que consentía antes desaparecer de la tierra que dejar de ser boliviana; que su voluntad era pertenecer a Bolivia y sin Bolivia no quería existir en el mapa geográfico.
La región con tenaz patriotismo logró su incorporación a la República fundada el 6 de agosto de 1825 pero no alcanzó, en principio, su deseo de convertirse en departamento boliviano pues el Congreso le reconoció la calidad de provincia: tuvo que llevarse a cabo largas gestiones, durante cuatro legislaturas, para que se dictara la ley de 24 de septiembre de 1831 que crea el departamento de Tarija.
En mayo de 1837 Juan Manuel de Rosas declaró la guerra a la Confederación Perú-Boliviana, uno de los motivos principales era la recuperación de Tarija. Formó un ejército que comandó el Gral. Alejandro Heredia y que llegó hasta lugares próximos a la capital del Departamento. Las fuerzas bolivianas bajo el comando del Gral. Otto Felipe Braun derrotaron a los  invasores en Iruya, Montenegro y Humahuaca.
Es  lamentable que esta victoria no sea debidamente apreciada en nuestro país pues es una guerra  que fue ganada por Bolivia.

Para concluir me permito poner de relieve:
1º.- Que la incorporación de Tarija a la intendencia de Salta del Tucumán, por cédula real de 1807, no solamente fue de carácter religioso sino también administrativo y político.
2º.- Que la misión encomendada a los diplomáticos Alvear y Días Vélez originalmente no incluía la cuestión  de Tarija, ella es añadida a las instrucciones del Ministro de Relaciones Exteriores cuando en Buenos Aires se tuvo conocimiento del primer pronunciamiento de la villa del 6 de junio de 1825.
3º.- La incorporación a Bolivia fue fruto de los movimientos cívicos llevados a cabo en Tarija, los que después de largas gestiones tuvieron eco en el gobierno nacional y fue reafirmada con las vitorias militares de Iruya, Montenegro y Humahuaca en la guerra que la Argentina declaró a nuestro país en 1837.
4º.- Desde 1826 Tarija ha dado muestras de su lealtad a Bolivia a la que ha brindado el servicio de sus hijos y el potencial de su riqueza.

Eduardo Trigo O’Connor d’Arlach


BIBLIOGRAFÍA

-       Abecia Valentín: Las relaciones Internacionales en la Historia de Bolivia, tI. La Paz 1978
-       Mercado Moreira Miguel: Historia Internacional de Bolivia. La Paz 1930
-       O’Connor Francisco Burdett: Recuerdos.  La Paz  1915
-       O’Connor d’Arlach Tomás: Tarija, Bosquejo Histórico. La Paz 1932
-       Orsi Cristina Minutolo de: Historia de Tarija (Corpus Documental) tIII. Tarija 1987
-       Paz Luis: Historia General del Alto Perú, hoy Bolivia tII. Sucre 1919
-   Sagreti Carlos S.A: La Enestrón de Tarija, Investigaciones y Ensayos. Buenos Aires 1967
-       Trigo B. Bernardo: Las Tejas de mi Techo. Páginas de la Historia de Tarija. Tarija 1939
-       Trigo O’Connor d’Arlach Eduardo: Tarija en la Independencia del Virreinato del Río de la Plata. La Paz 2009.

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